Capítulo 84
Se Volvió Loco Tras Mi Muerte ( Violeta and Maurino )
Capitulo 84
Antes, en la casa de Adrián, ya fuera el dormitorio principal o el estudio, ella siempre
bla tenido acceso libre.
Respirando suavemente, con la mano sobre la cobija, Violeta cerró los ojos. El aroma de la habitación la hacÃa dormir plácidamente. Afuera, el cielo se oscurecia gradualmente y Adrián encendió el fuego en la cocina, el olor a comida sazonada se coló por la ventana.
Violeta se levantó de la cama, frotándose los ojos y caminó hacia la cocina con el cabello algo despeinado.
âAdrián qué rico, ¿qué estás cocinando?â Su voz sonaba melosa y aterciopelada, recién despertada.
Adrián respondió: âEstoy preparando unas costillas a la barbecue y también algo de pollo a la naranja.â
âUmm, todo lo que me gusta, eres el mejor.â Violeta se acercó, sonriendo con los ojos entrecerrados, y le tocó cariñosamente la mejilla.
Adrián, con el delantal puesto, se reclinó hacia atrás, âAquà en la cocina hay mucho humo, mejor sál, ya casi está listo.â
Violeta accedió: â¡Vale!â
A las seis de la tarde.
Terminada la sesión de fotos, un lujoso Maybach negro se dirigÃa hacia la mansión de la familia Salazar. Desde que comenzó la sesión hasta que terminó, Lucrecia podÃa sentir la melancolÃa en él; incluso sin mostrar emoción alguna, estaba claro que no estaba feliz.
Con voz titubeante, Lucrecia se animó a hablar, âMauri, si de verdad estás preocupado, deberÃas ir a buscar a Violeta.
Es joven y a veces puede ser impulsiva.â
Ernesto informó: âSr. Paz, hemos llegado.â
Frente a la mansión de la familia Salazar, habÃa varias personas esperando fuera, solo para dar la bienvenida a la hermosa pareja.
Lucrecia parecÃa esperar algo, pero cuando él habló, la emoción en sus ojos se fuel apagando poco a poco.
Maurino dijo: âLo siento, Lulu. Me perderé la cena familiar esta vez, pero te lo compensaré después.
Lucrecia habÃa crecido junto a él siendo amigos de la infancia y estaba destinada a
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convertirse en la Sra. Paz. Como futura Sra. Paz y heredera de una familia adinerada, lo primero que le enseñaron fue a ser comprensiva.
Además, Maurino admiraba a las mujeres que sabÃan cuándo avanzar y cuándo retroceder.
Aunque Lucrecia deseaba que él la acompañara a entrar a la gran puerta de la familia Salazai, habÃa cosas en su corazón que no podÃa expresar. Solo podÃa seguirlo y adaptarse a sus deseos.
Con una sonrisa forzada, dijo: âEstá bien, la próxima vez no olvides traer a Violeta contigo. Ella es parte de tu familia y también mi hermana.â
Después, Lucrecia bajó del coche y lo vio alejarse, solo quedó el rastro del escape del vehÃculo.
La sonrisa de su madre se desvaneció al instante, se acercó a Lucrecia y preguntó con frialdad, â¿Qué significa que se fuera asÃ, justo en la puerta de casa?â
Lucrecia explicó: âMauri tuvo un asunto de último momento en la empresa y tuvo que
irse.â
Ella observaba el coche desaparecer en la oscuridad. ¿Qué esperaba a estas alturas?
Al saber que Maurino vendrÃa, muchos familiares habÃan acudido con la intención de acercarse al hombre.
La familia Salazar no podÃa compararse ni con una esquina de la familia Paz, pero aun asÃ, provenÃan de una lÃnea de eruditos y habia seleccionado a Lucrecia de entre muchas familias adineradas para ser la siguiente âSra. Pazâ.
Pero hoy, con tantos parientes presentes y Maurino pasando de largo la puerta de entrada sin siquiera saludar, a los ojos de los demás era evidente que no consideraba a Lucrecia como su esposa.
Lucrecia también se enfrentaba a un descuido.
Un pariente dijo: â¿Qué situación es esta? Aunque Lucrecia sea su futura esposa. Ãl se fue asà nomás, sin saludar a nadie, ni a nosotros, los tios y tÃas. ¿Qué, nos está
menospreciando?
Después de todo, ¡también mérecemos respeto!â
âY tú también, no sabes cómo mantener a tu hombre, ¡ni siquiera puedes hacer que se quede a cenar!â
El papá de Lucrecia frunció el ceño y dijo con una voz firme que no admitÃa réplica: â¡Ya basta! Todos vuelvan a sus casas.â