Capítulo 85
Se Volvió Loco Tras Mi Muerte ( Violeta and Maurino )
CapÃtulo 85
A pesar de todo, no podÃa sacarla de su mente.
Ernesto conducia mientras informaba: âSr. Paz, ya envié a alguien a revisar, la Srta. Violeta no está en su apartamento y tampoco ha regresado.â
Maurino, con los ojos cerrados, se masajeaba las sienes y dijo: âVe a la Botica de Hierbas.â
Ernesto respondió: âSi, presidente.â
¿Botica de Hierbas? Ernesto tuvo un mal presentimiento.
El Sr. Paz conocÃa perfectamente la situación de Violeta en la escuela; aunque parecÃa extrovertida, en realidad era muy reservada y casi no tenÃa amigos. Ultimamente, el único con quien se relacionaba era âAdriánâ.
Pensándolo bien, lo más probable era que Violeta hubiera ido a la Botica de Hierbas.
Bajo la sombra de los árboles, con una luz encendida frente a la cocina, Violeta estaba sentada a una mesa pequeña, con la cabeza gacha, mordisqueando el borde de un tazón y bebiendo la medicina a pequeños sorbos. Al bajar la vista, sintió un pálpito en los párpados y casi derrama la mitad del remedio.
Adrián la vio luchando con la bebida y le aconsejó: âBébela toda.â
Eso hizo que Violeta se enderezara de inmediato, âAdrián, está muy amargo.â
âLe puse miel, no está tan mal.â
âMientes, sigue siendo amargo.â
âHazme caso.â
Incluso si Violeta no lo hacÃa, Adrián no se atreverÃa a hacerle nada.
âEsa medicina te ayudará con la digestión. De ahora en adelante, debes comer a tus horas, no como hoy que te quedaste con hambre, puedes terminar con una úlcera.â
âEstá bien. Y por favor, no dejes que Valentina venga a comer a tu casa. Hoy me acosté en tu cama y ella actuaba como si fuera la dueña del lugar, tratándome como a una invitada.â Violeta lo miró fijamente, âAdrián, después de todo, tengo una relación más cercana contigo que ella, que apenas te conoce.â
âEstá bien.â
Detrás de la pared de la cocina, Valentina ya habÃa escuchado todo lo que Violeta habÃa dicho. Apretando su cuaderno de tareas con fuerza y mordiendo su labio con
sentimiento, se dio la vuelta y se alejó corriendo.
Violeta nunca habÃa sido una santa. Comparado con las cosas terribles que le hizo a Lucrecia en su vida anterior, pedirle a Adrián que se mantuviera alejado de Valentina era casi un acto de bondad.
Ella siempre habÃa deseado que en los ojos de la persona que le gustaba, al igual que en los ojcs de quienes la querÃan, ella fuera la única.
En su vida pasada, habÃa luchado con Lucrecia por una eternidad y habÃa perdido. Pero ent esta vida, no querÃa tantos problemas.
Al escuchar esa respuesta, Violeta terminó de beber la medicina de un solo trago.
Adrián empezó a recoger los platos para lavarlos y ella se arremangó diciendo: âDéjame lavar tu ropa.
âNo es necesario, yo puedo hacerlo.â
âNo te preocupes, yo siempre lavaba la ropa de mi hermano en casa,â Dicho eso, ya estaba en la cocina llenando un balde con agua caliente y vertiéndola sobre la ropa
sucia, Sentada en un pequeño taburete y utilizando un jabón natural, comenzó a lavar l
ropa. Levantando la vista hacia Adrián, que no se habÃa movido, apartó su cabello del rostro lleno de burbujas de jabón y dijo: â¿Qué miras? Ve a lavar los platos.â
Al final, Adrián no dijo nada y se unió a ella, llevando un tazón al lado de Violeta para lavar los platos juntos.
â¿Está frÃa el agua?â
Violeta respondió: âNo está frÃa.â
Fuera de la Botica de Hierbas, se detuvo un coche negro. La puerta principal aún estaba abierta y se podÃa ver luz en el interior. Cuando el hombre del coche bajó, su presencia era frÃa y penetrante.
Al cruzar el umbral, a través de la pared y la cortina de la puerta, solo se escuchaban las risas y las conversaciones alegres de una chica: âAdrián, yo te lavo la ropa y tú cocinas para mÃ, ¿te parece? Me encanta tu comida.
O mejor aún, me mudo junto a tu casa. Asà podrÃas ayudarme con los estudios todos los dÃas y también disfrutar de tus comidas. Adrián si realmente fuera asÃ, no pasarÃa mucho tiempo antes de que me vea más rellenita.â