Capítulo 120

Capítulo 120

Maurino se recostó en la silla con los ojos cerrados, mientras la chica le masajeaba con suaves movimientos, ni muy fuertes ni muy suaves, justo en la medida perfecta. “¿Qué tiene él de especial que hace que Violeta se desviva por ayudarlo?”

Violeta, soy un empresario, no un filántropo. Por más dinero que tenga, en toda la capital hay mucha gente enferma… ¿Acaso debería ayudar a todas las persona enfermas de la capital?”

Violeta detuvo sus manos un momento. “No es eso lo que quiero, pero Adrián es diferente para mi.”

“¿Qué tiene de diferente?” Maurino abrió los ojos al instante y agarró la mano de la chica detrás de él. Quizás la borrachera le había quitado la razón temporalmente. Violeta se desequilibró y terminó sentándose en las piernas del hombre. El olor a alcohol era más intenso, mezclado con el aroma del tabaco y un perfume de mujer.

Con sus ojos severos fijos en ella, Violeta se sentía cada vez más nerviosa. “Yo…”

“Violeta, aún eres una estudiante. No me digas que te gusta Adrián.”

“Yo…” Violeta se quedó sin palabras.

“¿Ahora eres incapaz de hablar? ¿Para esto me esforcé en educarte tanto y te mandé a estudiar? ¿Para que te enamores en la escuela?”

Ante Maurino, Violeta no podía ocultar sus pensamientos. “Hermano, por favor, te lo pido. Adrián es mi buen amigo. Ya no tengo padres, soy una niña solitaria, y no quiero que él pierda a su madre. Además, me sentiría culpable si teniendo un hermano tan competente como tú no puedo ayudarlo.” Violeta se llevó la mano al pecho, visiblemente angustiada. Maurino, con la cabeza ladeada, observaba a la chica actuar con dulzura, su mirada se volvía cada vez más profunda y enigmática. “Puedo ayudarlo, pero tú tendrás que cambiar de escuela y no podrás tener ningún contacto con él. Si no puedes cumplir con eso, en cualquier momento estaré dispuesto a retirar el apoyo a la familia Zacarías.”

“Piénsalo bien, incluso si descubro que lo has visto a escondidas.”

“No estoy de acuerdo. ¿Por qué no puedo ver a Adrián? ¡Estás actuando en mi contra!” El corazón de Violeta estaba oprimido como si le pesara una enorme piedra.

Maurino entrecerró los ojos de manera bastante peligrosa, al ver la resistencia en la mirada de su hermana, pero luego suavizó su expresión y dijo con tono gentil, “No es que no te deje ver a Adrián.”

Violeta relajó un poco el ceño y escuchó a Maurino.

“Ahora solo piensas en él y olvidas que solo tienes dieciséis años. Todo esto es demasiado pronto para ti. Soy tu tutor y soy responsable de tu futuro. En dos años,

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Capitulo 120

cuando seas mayor de edad y entres a la universidad… si aún piensas en Adrián, no te detendré. Podrás hacer lo que quieras.”

Violeta: “¿En serio?”

El hombre sonrió con los labios apretados. “¿Cuándo te he mentido?”

Violeta: “¿Puedo no cambiarme de escuela?”

Maurino miró fijamente. “Violeta, no hagas que lo que te he dicho sea en vano.”

Violeta apretó los labios; entendía que se trataba de un trato con él. Una vez que él tomaba una decisión, no era fácil hacerlo cambiar de opinión.

Con una sonrisa forzada, Violeta asintió. “De acuerdo, hermano…”

Dos años no era bastante tiempo. Para entonces, Maurino ya estaría casado con Lucrecia.

Y no tendría tiempo de prestarle atención a ella…

Adrián, ni siquiera le había escuchado decir “me gustas“.

Estaban a punto de separarse.