Capítulo 95
Se Volvió Loco Tras Mi Muerte ( Violeta and Maurino )
CapÃtulo 95
Al salir del laboratorio de computación de la escuela, se topó con Inés.
Adrián se acercó a preguntar: â¿Violeta está por aquÃ?â
Inés lo miró seriamente con el ceño fruncido, âAdrián, sé que eres bueno en los estudios y que ya enviaste tu solicitud a la Universidad Capital, pero Violeta apenas está en primer año. Estás distrayéndola de sus estudios. Todo tiene su momento, incluso el amor.â
Ãl sacó un cuaderno de su mochila, âEste es el material de estudio de segundo año que
le he preparado personalmente, ella ya no encuentra gran dificultad en los cursos de primer año.â
Inés tenÃa sentimientos encontrados acerca de esos genios enamorándose, âSe quemó el pie y pidió tres dÃas libres, si tienes tiempo, deberÃasâ¦â
Antes de que pudiera terminar la frase, el chico ya habÃa dado media vuelta y se alejaba.
âSuéltame, ¿qué estás haciendo?!â
Tú suéltame a mÃ!â
Un desconocido lleno de aliento alcohólico y un hedor nauseabundo irrumpló desde afuera. Violeta fue derribada al suelo mientras el hombre intentaba arrancarle la ropa a tÃrones. âChiquita, te he estado observando por un buen rato, ¿ya no tienes dinero, verdad?
Solo déjame echar un vistazo y tocar un poco, te daré mucho, mucho dinero.â
Violeta se debatÃa, âSi me tocas, mi hermano te va a matar cuando regrese.â
El hombre le dio una sonrisa lasciva, sus ojos brillaban con codicia. âDeja de fingir. Te he estado vigilando mucho tiempo. Tu hermano maneja unos carrazos, pero ya te dejó de lado. Si realmente le importaras, ¿por qué no te llevó consigo después de hacer dinero? ¿O qué, ya tu âquerido hermanitoâ se aburrió de ti?
¿Quién sabe con cuántos jugaste ya? A tu edad, ¡ni me acuerdo con cuántas habÃa estado! ¡Vamos!
¡Será mi primera vez con una chica delicada como tú!â
Con un ârasgadoâ, la camiseta delgada de Violeta le fue arracada, dejando al descubierto su piel blanca. â¡Desgraciado, suéltame!â
Cuando el hombre intentó besarla, Violeta agarró un taburete cercano y lo estrelló contra la cabeza del hombre, que soltó un grito agudo mientras la sangre comenzaba a fluir. El hombre la miró con ojos vengativos, âMaldita sea, te atreviste a atacarme.â
De repente, el hombre agarró el cabello de Violeta y la golpeó con fuerza contra el suelo. Con un âgolpeâ, su visión se oscureció y un zumbido invadió sus oÃdos, pero el dolor la hizo recobrar la conciencia. Al sentirlo acercarse otra vez, mordió con fuerza el hombro del hombre, soltando un grito desgarrador y con una patada se deshizo del viejo sobre ella. Luego, rápidamente, volvió a tomar el taburete de madera y lo arrojó hacia una parte vital, pero que no le causarÃa la muerte fácilmente.
Golpeándolo en el estómago, esperó hasta que él no pudo gritar más por el dolor, luego se cebó en su cabeza. Viol
usó toda su fuerza y una vez que él quedó totalmente inconsciente, ella detuvo su ataque, sabiendo que el hombre no morirÃa tan fácilmente.
Respirando con dificultad, miró al hombre en el suelo, se quitó el cabello pegado en la cara, dejó caer el taburete y regresó a su habitación con serenidad. Tomó su mochila, su ropa, sus libros y todo lo que debÃa llevarse, incluida una caja de metal escondida en la cabecera de la cama., Sin detenerse ni un momento, abandonó la casa.
Caminó más rápido con cada paso, entrando en un callejón silencioso, limplando sus
lágrimas una y otra vez.
Esta vez realmente tenÃa miedo, tanto que olvidó cambiarse la ropa rasgada.
Luego, en el callejón vacÃo, rompió a llorar.
Siguió caminando sin rumbo, sin saber a dónde ir.
Una anciana que regresaba de hacer la compra la vio en su estado deplorable, âNiña, ay, ¿qué te ha pasado?â
Violeta retrocedió con desconfianza y se alejó rápidamente. Ya no confiaba en nadie.
Ahora, solo querÃa irse de allÃ.
En ese momento, sollozando, Violeta solo podÃa pensar en Maurino. Sacó su teléfono y marcó el número.
Hermano, por favor, contesta.
âLo siento, el número que ha marcado está fuera de servicioâ¦â
Violeta olvidó que hacÃa tiempo que Maurino no la llamaba. El número anterior ya habÃa sido dado de baja.
âBoomâ. El cielo claro y sin nubes se cubrió de negras nubes de repente y un trueno retumbó, anunciando la lluvia que caerÃa sin previo aviso.
Una hora más tarde.
Un coche de policÃa se estacionó frente al edificio de apartamentos ruinoso.
El oficial con la cámara en mano preguntó, âJoven, te veo muy calmado, ¿qué relación tienes con el dueño de esta vivienda?â