Capítulo 12
Se Volvió Loco Tras Mi Muerte ( Violeta and Maurino )
CapÃtulo 12
¿El estuvo beblendo?
Ella negó con la cabeza. âNo lo estoy.â
El hombre dio un paso hacia adelante, acercándose a ella, Violeta, con la cabeza baja, estaba a solo un centimetro de apoyarse en su pecho, la voz del hombre, severa y cuestionadora, cala desde arriba;
â¿No estás enojada? ¿Por qué no me miras? ¿Por qué te escondes?
¿Tienes miedo de verme o es que realmente no quieres verme?â
Violeta no dijo nada.
Miró la hora, eran más de las ocho.
Si esperaba más, perderÃa el último autobús.
Violeta esperó unos minutos más, pero
s no regresaban.
No querÃa esperar más, se levantó, sacó la tarjeta bancaria que Lucrecia habÃa colocado en su mochila y la dejó en el lugar de Maurino, junto con la invitación roja.
Al salir con su mochila, le dijo al mesero: âCuando regrese mi hermano, por favor digale que ya me fulâ.
El meser respondió: âSeñorita, el Sr. Paz y la Srta. Soler se fueron al salón contiguo a hablar de negocios. ¿quizás quisiera esperar un poco más?â
Violeta, sujetando la correa de su mochila, negó con la cabeza: âNo, tengo clases mañana.â
En realidad, estaba cansada.
Seguir esperando solo significaria ver más muestras de afecto entre ellos y eso no tenia gracia.
Podia sentir que, desde que Lucrecia la habla invitado, Maurino no estaba contento.
Violeta dejó el Sabor del Mar y caminó un trecho, justo a tiempo para alcanzar el último autobús.
DebÃa acostumbrarse a vivir sola.
Tras bajarse del autobús, cruzó un oscuro callejón y entró en un edificio deteriorado.
La luz del sensor del pasillo estaba rota y Violeta, a tientas, apenas
do abrir la puerta de su casa.
Una vez dentro, aseguró la puerta, entró a su habitación, dejó la mochila y se fue al baño a ducharse.
Se quitó el uniforme escolar y lo dejó remojando en un tazón con detergente.
Cerca de las diez y media, terminó su tarea de copiar inglés. Cuando estaba a punto de guardar su libro de texto, encontró un cuaderno que no era suyo en su mochila.
Sacó el cuaderno relativamente nuevo de su mochila, lo abrió y vio que tenia el nombre de Adrián.
Acarició el nombre; la letra de Adrián era muy clara, en un estilo impecable que rara vez vela en hombres, a excepción de Maurino, Adrián tenia la letra más bonita. Pasó la página y encontró las fórmulas de matemáticas y fÃsica que Adrián habÃa dibujado para ella.
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Capitulo 11
La última vez, Adrián lo habÃa puesto en su mochila y Violeta se habla olvidado de devolversto
Justo entonces, escuchó un golpe en la puerta..
No sabia quién podrÃa ser a esas horas.
El sonido de los golpes persistia, Violeta se levantó y fue a abrir, mirando a través de la minilla, para su sorpresa, era Maurino.
¿Qué hacÃa él alli?
Al abrir la puerta, un fuerte olor a alcohol la golpeó de lleno.
â¿Hermano, qué haces aquÃ?â
â¿No puedo venir?â
Violeta apretó sus manos, âNo.â Ella se hizo a un lado para dejarlo pasar.
â¿Por qué sigues despierta a estas horas?â Maurino entró, Violeta cerró la puerta y la aseguró. Una brisa pasó llevando consigo un ligero olor a tabaco mezclado con el caracterÃstico aroma frÃo de Maurino; era un olor atractivo, pero incluso asÃ, Violeta no se atrevia a mirarlo de más, ni siquiera su siluets
Capitulo 12
¿No se suponÃa que se iba a casar y planear tener hijos con Lucrecia?
Violeta bajó su mirada, la cual cayó en los talones de los zapatos de él en el suelo y respondió con voz baja. âAcabo de terminar la tarea.â
Ella rara vez se sentia incómoda estando a solas con Maurino, esta era la primera vez.
âHermano, voy a traerte una sopa para cortar la ebriedad.â La última vez quedó algo en el refrigerador, pero ya era la última porción.
Violeta salió de la cocina y no encontró a Maurino en la sala. Con la sopa en mano, entró a su habitación y lo vio de pie frente al escritorio, sosteniendo aquel cuaderno, con una aura gélida emanando de él. No sabia si era su imaginación, pero le parecÃa que Maurino estaba enojado.
La voz frÃa del hombre cayó, â¿Quién es Adrián?â
Con un regaño que no
era muy severo, Violeta se estremeció y explicó, âEs un compañero de clase, le pedi prestados sus apuntes, hermano no te confundas, no hay nada entre nosotros.â
Al ver el miedo y la prisa en la expresión de la joven, la mirada hostil en los ojos de Maurino se suavizó y su expresión se relajó un poco. Dejó el cuaderno y se acercó a ella con una actitud seria. parándose frente a ella con ojos de águila, mirándola fijamente, âVioleta no te estoy regañando, solo que eres joven. Ya te lo dije, debes concentrarte en tus estudios, no en perder tiempo con alguien que no importa, ¿entiendes?â
La voz del hombre era atractiva, suave y clara, pero Violeta aún no se atrevia a levantar la mirada
hacia él
Juntó sus manos al frente y asintió, âEntiendo, hermano, no te causare problemas.â
La vez anterior que Adrián intentó conquistarla, causó un alboroto en la escuela e incluso estuvieron cerca de llamar a los padres.
Los padres de Violeta habian muerto en un accidente de auto hace tiempo y solo tenia a Maurino como familia. Cuando se inscribió en la escuela, dio el número de Maurino.
Lo que más temÃa Violeta era que los profesores llamaran a su tutor.
Si no hubiera sido por Adrián, quien intervino para ayudarla, si Maurino hubiera tenido que ir a la escuela y enterarse de lo sucedido, con su temperamento, seguro que no habrÃa perdonado a Adrián.
âEn adelante, pondré toda mi atención en los estudios, no te defraudaré.â
Por el temor, su tono era muy suave.
Maurino fijó su mirada en la mano de ella sosteniendo la sopa, la tomó y la puso a un lado, luego agarró su mano. Violeta rigida, intentó soltarse, pero al final se dio por vencida.
Maurino pregunto: â¿Ya te aplicaste medicina?â
âSi, ya lo hice.â Violeta retiró su mano de la suya, âHermano, ya es tarde, deberÃas volver, yo estoy un poco cansada, mañana tengo clases.â
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Capitulo 12
Maurino retiró su mano, â¿Todavia estás enojada conmigo?
Ella nego con la cabeza, âNo lo estoy.â
El hombre dio un paso hacia adelante, acercándose a ella Violeta, con lo cabeza beje, aby sh un centimetro de apoyarse en su pecho, la voz del hombre, severa y pintor, led
â¿No estás enojada? ¿Por qué no me miras? ¿Por qué le escondes?
¿Tienes miedo de verme o es que realmente no quieres venne?â
Violeta no dijo nada.
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Maurino retiró su mano, â¿TodavÃa estás enojada conmigo?â CapÃtulo 12
¿El estuvo beblendo?
Ella negó con la cabeza. âNo lo estoy.â
El hombre dio un paso hacia adelante, acercándose a ella, Violeta, con la cabeza baja, estaba a solo un centimetro de apoyarse en su pecho, la voz del hombre, severa y cuestionadora, cala desde arriba;
â¿No estás enojada? ¿Por qué no me miras? ¿Por qué te escondes?
¿Tienes miedo de verme o es que realmente no quieres verme?â
Violeta no dijo nada.
Maurino se acerco con una aura de dominio, Violeta se vio envuelta en su imponente presencia y retrocedió sin darse cuenta, âNo tengo.â
âLevanta la cabeza.â
Nerviosa, se agarraba el ruedo de su vestido y obedeciendo su orden, levantó lentamente la cabeza pero sus ojos claros la traicionaron, estaban llenos de miedo hacia el hombre.
Maurino observó cómo un mechón de cabello negro caia sobre la bonita nariz respingada de la muchacha y lo apartó con la mano, âVioleta, sabes que no me gusta que me mientas.
¡Dime la verdad!â Su tono era severo.
Con voz titubeante, Violeta respondió, âPronto tendrás tu propia familia hermano, y solo me has mantenido a tu lado por la deuda de gratitud hacia mi papà pero, no compartimos sangre, por lo que debo mantener mi distancia contigo.
Hermano, has sido más que bueno conmigo todos estos años y no quiero deberte nada más, antes era inmadura y hacia cosas extremas, pero lo entendi la última vez en el hospital.
Hermano, nunca has sido una persona común, tienes tu propia vida y yo eventualmente creceré y te dejaré. En realidad, a partir de ahora no tienes que preocuparte por mi, ya puedo mantenerme sola.
de hoy fue mi
fue mi culpa, no debi irme sin avisarte, ni haber cenado con Lucrecia.
Lo
Hermano no la busqué, yo tampoco queria molestarte.â
Antes de reencarnar. Violeta nunca le habia temido a Maurino; de hecho, aprovechándose de su favoritismo, podia comportarse caprichosamente a su alrededor y lo que otros no se atrevian a hacerle, Violeta lo hacÃa sin dudar.
PodÃa pedirle a Maurino que le sirviera agua, que lavara y tendiera la ropa o cocinara.
Pero ahora eso ya no era posible, desde que Maurino regresó a la familia Paz en la capital, su rol era el del heredero del Grupo Paz.
La última vez, incluso dijo que quizás no volverÃa a buscarla.
Violeta siempre habÃa sido una persona sensible.
Pensando en su vida pasada, comenzó a temer a Maurino, sin atreverse a contradecirle en nada.
El hombre la observaba fijamente con una mirada profunda e intensa, con un semblante frio preguntó. â¿Quién te enseñó a decir todas esas cosas?â
Violeta respondió con sinceridad, âNadie me ha dicho nada, todo esto lo he comprendido yo sola.
No somos hermanos de sangre, ni somos familia.
Mi papá te salvó y esa deuda ya está suficientemente pagada.â
Maurino entrecerró los ojos peligrosamente. âEs bueno que seas sensata pero, no vuelvas a decir eso, ¿entendido?
¡Responde!â
Violeta, sintiendo la ira de Maurino, asintió rápidamente, âYo lo entiendo, hermano.â Pero no comprendÃa por qué se enfadaba.
Siempre habÃa sido una carga para él, ¿no seria mejor que se alejara?
Maurino podrÃa seguir con su vida sin tener que preocuparse por sus sentimientos.
Satisfecho, Maurino dejó de fruncir el ceño, tomó la sopa para la resaca que habÃa dejado al lado y salio con ella. En la puerta, se bebió todo el contenido del bol y con una mirada fria hacia ella, dijo, âNo te permito relacionarte con ningún otro hombre, concéntrate en tus estudios.â
Violeta se quedó parada alli, verdaderamente asustada..
Con el cuerpo tenso, esperó hasta que escuchó el sonido de la puerta cerrarse tras la partida de Maurino y solo entonces se permitió relajarse.
Después de dejar la casa, Maurino subió a un lujoso Maybach y cerró la puerta del copiloto.
La orden frÃa del hombre resonó, âQuiero que investiga a un tal Adrián.â