Capítulo 11
Se Volvió Loco Tras Mi Muerte ( Violeta and Maurino )
Capitulo 11
La invitación con letras doradas sobre fondo rojo, lastimaba profundamente los ojos de Violeta,
Después de eso, ella estuvo comiendo en silencio, sin volver a hablar.
Solo escuchaba a Lucrecia y a Maurino hablar de los asuntos familiares y de los preparativos para la fiesta de compromiso.
Violeta permanecÃa al margen, tranquila como una extraña, sin poder participar en su conversación.
Casi al terminar la comida, Lucrecia fue al baño y Maurino la siguió.
En la amplia mesa, finalmente solo quedó
Violeta.
Fuera, la noche ya habla caido por completo.
Miró la hora, eran más de las ocho.
Si esperaba más, perderÃa el último autobús.
Violeta esperó unos minutos más, pero
s no regresaban.
No querÃa esperar más, se levantó, sacó la tarjeta bancaria que Lucrecia habÃa colocado en su mochila y la dejó en el lugar de Maurino, junto con la invitación roja.
Al salir con su mochila, le dijo al mesero: âCuando regrese mi hermano, por favor digale que ya me fulâ.
El meser respondió: âSeñorita, el Sr. Paz y la Srta. Soler se fueron al salón contiguo a hablar de negocios. ¿quizás quisiera esperar un poco más?â
Violeta, sujetando la correa de su mochila, negó con la cabeza: âNo, tengo clases mañana.â
En realidad, estaba cansada.
Seguir esperando solo significaria ver más muestras de afecto entre ellos y eso no tenia gracia.
Podia sentir que, desde que Lucrecia la habla invitado, Maurino no estaba contento.
Violeta dejó el Sabor del Mar y caminó un trecho, justo a tiempo para alcanzar el último autobús.
DebÃa acostumbrarse a vivir sola.
Tras bajarse del autobús, cruzó un oscuro callejón y entró en un edificio deteriorado.
La luz del sensor del pasillo estaba rota y Violeta, a tientas, apenas
do abrir la puerta de su casa.
Una vez dentro, aseguró la puerta, entró a su habitación, dejó la mochila y se fue al baño a ducharse.
Se quitó el uniforme escolar y lo dejó remojando en un tazón con detergente.
Cerca de las diez y media, terminó su tarea de copiar inglés. Cuando estaba a punto de guardar su libro de texto, encontró un cuaderno que no era suyo en su mochila.
Sacó el cuaderno relativamente nuevo de su mochila, lo abrió y vio que tenia el nombre de Adrián.
Acarició el nombre; la letra de Adrián era muy clara, en un estilo impecable que rara vez vela en hombres, a excepción de Maurino, Adrián tenia la letra más bonita. Pasó la página y encontró las fórmulas de matemáticas y fÃsica que Adrián habÃa dibujado para ella.
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Capitulo 11
La última vez, Adrián lo habÃa puesto en su mochila y Violeta se habla olvidado de devolversto
Justo entonces, escuchó un golpe en la puerta..
No sabia quién podrÃa ser a esas horas.
El sonido de los golpes persistia, Violeta se levantó y fue a abrir, mirando a través de la minilla, para su sorpresa, era Maurino.
¿Qué hacÃa él alli?
Al abrir la puerta, un fuerte olor a alcohol la golpeó de lleno.
â¿Hermano, qué haces aquÃ?â
â¿No puedo venir?â
Violeta apretó sus manos, âNo.â Ella se hizo a un lado para dejarlo pasar.
â¿Por qué sigues despierta a estas horas?â Maurino entró, Violeta cerró la puerta y la aseguró. Una brisa pasó llevando consigo un ligero olor a tabaco mezclado con el caracterÃstico aroma frÃo de Maurino; era un olor atractivo, pero incluso asÃ, Violeta no se atrevia a mirarlo de más, ni siquiera su siluets