Niña en sus ojos Reina en su tierra Capítulo 30
Niña en sus ojos Reina en su tierra (Jazmín) novela completa
CapÃtulo 30
Agarró la mano de JazmÃn de golpe, y por la
emoción, su pálida y demacrada cara
enfermiza se tiñó con un toque de color, y
esos ojos marrones oscuros, que
usualmente carecÃan de brillo, de repente
se iluminaron tanto que daba miedo.
â¿De verdad eres tú, Srta. JazmÃn? (Dime
que no estoy tan viejo como para ver
borroso!â
El Sr. Mondes estaba muy emocionado,
tanto que se frotaba los ojos con fuerza,
temiendo haberse equivocado,
haber confundido a alguien.
algo mal con su vista.
No es que realmente creyera que habÃa
Sino que, en ese momento, no podÃa creer
que estuviera viendo a su ilustre Srta.
JazmÃn en el campus del Colegio Paxsi, esa
que andaba por todo el mundo y a la que
apenas se le veÃa una vez cada tres o
cuatro años.
Estaba demasiado sorprendido.
âSoy yo.â JazmÃn, ante su antiguo
compañero que bien podrÃa ser su abuelo
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por la edad, no mostró rechazo mientras él
le sostenÃa la mano, y en sus labios se
dibujaba una sonrisa suave que rara vez se
veÃa en ella.
Mucho más cálida y cercana que su
habitual frialdad distante, parecÃa como si
hubiera cambiado de personalidad.
âViejito, tranquilo, no te exaltes. Recién te
acabas de recuperar de un golpe en la
cabeza, hay que cuidarse para no tener
que pasar por eso de nuevo.â JazmÃn
sonreÃa ligeramentey observaba al
anciano de arriba abajo, deteniéndose en
su rostro claramente marcado por la
enfermedad.
Le dio una palmadita en el hombro al Sr.
Mondes, y habló con tono paternal: âYa te
habÃa advertido que cuidaras tu cabeza,
que te hicieras chequeos cada tres meses.
¿Acaso no me hiciste caso otra vez?â
Detrás de ella.
Gabriel apenas podÃa creer lo que veÃan sus
ojos, estaba en shock.
La forma en que la nueva estudiante
hablaba con su profesor era tan similar a
Cómo él hablaba con sus alumnos en la
universidad.
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Y lo que le resultaba aún más increÃble era
ver a su venerado mentor, el St Mondes,
una figura respetada en el mundo
académico, ahora obedientemente
escuchando los regaños de una joven
adolescente.
Y por qué la seguÃa lamando Srta. JazmÃn?
¿Podria alguien explicarle qué estaba
pasando?
âEhâ¦â El Sr. Mondes, viendo que la Srta.
JazmÃn se ponÃa seria, se secó el sudor frÃo
de su frente y esbozó una sonrisa
conciliadora, âClaro, Srta. JazmÃn, siempre
tengo presentes sus consejos.
Es solo que, a veces, con el ajetreo, se me
olvida.â
JazmÃn frunció el ceño y entrecerró los
ojos, su voz clara y pura se volvia un poco
frÃa:âPuedes olvidar algo tan crucial como
tu propia vida?â
âSÃ, sÃ, tienes toda la razón, mi ilustre
señorita.â El Sr. Mondes adoptó una
postura humilde, asintiendo
obedientemente a lo que decÃa JazmÃn, sin
atreverse a replicar.
A pesar de su juventud, él respetaba mucho
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a JazmÃn.
âEstá bien.â JazmÃn apretó los labios, retiró
su manoy miró al anciano con desdén
antes de sacar de su mochila un pequeño
frasco azul.
Al ver ese frasquito azul, los ojos del Sr.
Mondes parecÃan brillar.
Luego, emocionado, se frotaba las manos y
esperaba pacientemente al lado, echando
miradas ocasionales al frasco.
JazmÃn sacó del frasco unas pÃldoras azules
muy bonitas y se las entregó: âUna al dÃa,
por una semana seguida. Descansa bien y
cuida tu alimentación. Si dejas de hacer
locuras, no deberÃas tener problemas por
tres a cinco años.â