Chapter 4
Resistiendo al amor de Mi Ex-Marido
CapÃtulo 4 Al percatarse esto, Bella no perdió tiempo, se media vuelta y la encaró: -¡Quién te ha dado permiso de tirarlo, recógelo! -Ahórrate el esfuerzo -le respondió la recepcionista sin miedo-, de todas formas, el presidente no lo verá, siempre nos ordena que tiremos todo lo que le envÃas.
Anteriormente, a Bella le preocupaba que Pedro trabajara demasiado, por lo que no se cansaba de enviarle comida, ropa y juguetes para aliviar su estrés. También se habÃa acostumbrado a escribirle cartas para contarle sus sentimientos. Sin embargo, pese a que era consciente del rechazo que Pedro sentÃa hacia ella, jamás habÃa llegado a imaginar que era asà como trataba su sinceridad y cuidado. Incluso, una recepcionista se habÃa atrevido a deshacerse de sus cosas at su antojo.
-Noimporta si lo ve o no, no tienes derecho a tirar mis cosas, jahora recógelas! -le ordenó bella lanzándole una frÃa mirada a la recepcionista.
-Bueno respondió la recepcionista con desprecio-, está bien, pero no finjas ser la esposal del presidente, eres no más que una pretendiente descarada.
Tú... -Bella no sabÃa cómo replicarla.
-¿Qué sucede? Una grave voz masculina se oyó detrás de Bella, en el momento en el que pretendÃa hacer que la recepcionista le pidiera perdón.
Bella giró la cabeza y que se trataba de Miguel MartÃn, el ayudante de Pedro, quien a su lado tenÃa Pedro vestido con un traje negro de alta costura. Era alto y guapo, con un rostro tan perfecto, que no podÃa ser opacado por su indiferencia.
Tiempo atrás, cuando Bella lo veÃa, su corazón comenzaba a latir desbocado, se sonrojaba y lo llamaba tÃmidamente, pero ahora mismo ni siquiera abrió la boca.
-Señora la saludó Miguel con cortesÃa.
Sin embargo, Bella no lo respondió complaciente como lo habÃa hecho antes. Ella no era la señora Romero que Pedro habÃa conocido.
-¿Qué sucede?-volvió a preguntarle Miguel a la recepcionista, sin saber lo que estaba pensando Bella. La recepcionista le echó vistazo a Pedro, y respondió resignada: -El presidenteha ordenado que no acepte cosas enviadas por la señora, pero ellaha querido obligar a que se las lleve, y noatrevo a desobedecer, asà que...
Al oÃr esto, Pedro frunció el ceño e interpeló Bella: -¡Quién te ha permitido que te comportes asà en mi empresa! -Yo no intimidé a nadie declaró Bella-, ni la obligué. Como ella tiró mis cosas...
-¡Basta! la interrumpió Pedro impaciente. En verdad, eres de lo peor, no haces más que equivocarte y justificarte vagamente.
+15 BONUS Pedro se limitó a condenarla, sin siquiera investigar lo sucedido, ya que no era nada extraño que la recepcionista tuviera la audacia de difamarla.
Sin embargo, Bella no querÃa explicar nada más, por lo que se limitó a sonreÃr con indolencia y dijo: Pronto ya no tendrás que tolerarme. -Tomó la carpeta que la recepcionista habÃa osado tirar a la basura y le comunicó-: Redacté un acuerdo de divorcio. El Registro Civil aún no ha cerrado, asÃ, ¿por qué no vamos a firmar los papeles? Al oÃr estas palabras, Miguel hizo un gesto con la mano para que la recepcionista se marchara y él mismo también unos pasos atrás.
-Te llamé y te envié mensajes, pero nuncacontestaste, por eso he venido hasta aquà - continuó Bella e intentó entregarle la carpeta.
Sin embargo, él no la tomo, sino que, tras soltar una risa frÃa, y repuso: -Asi que al final no has podido aguantarte y piensas cambiar de trucos para montar otra escena.
-No importa cuánto te diga, nocreerás -respondió Bella con una suave sonrisa-. Asà que, ¿por qué no zanjamos esta conversación, yendo al Registro Civil? Al ver la inusual sonrisa indiferente de y sus grandes ojos sin emoción, Pedro frunció el ceño.
Bella lo habÃa estado persiguiendo durante tantos años, e incluso habÃa hecho todo lo posible para casarse con él, que era imposible q que estuviera tomando la iniciativa de divorciarse. Probablemente, habÃa aprendido este método en alguna parte y lo estaba empleando para llamar su atención.
Quieres ir deprisa al Registro Civil, porque alliesperará otra trampa m que has preparado, dad? se Le burlo Pedro con frialdad-. Bella, ¿acaso no tienes nada más que hacer que molestatodos los dÃas? Bella se alegró una vez más de ya no estar cegada por el amor. Era evidente que Pedro consideraba que sus muestras de cariño eran una molestia.
Pensando en esto, sacó el acuerdo de divorde la carpeta y dijo: -Puedes firmarlo ahora, si quieres. Eso te demostrará que no tengo ningún interés de seguir unida a ti.
Al ver el acuerdo de divordelante de él, la paciencia de Pedro se agotó p. Aunque estaba seguro de BAunques Bella insistÃa en armar un escándalo con el divorcio, él decidió ayudarla.