Capítulo 148
Emparejada
Capitulo 148
Mi madre miró a Margie.
âNo la mires, madre. MÃrame a mÃ. Si vas a obligarme a un matrimonio que no quiero, lo menos que puedes hacer es mirarme a los ojosâ.
Mi madre me devolvió la mirada y vi la esperanza que empezaba a formarse en sus ojos. Era una mirada que me revolvÃa el estómago. Allà estaba ella, vendiendo a su propio hijo para apaciguar su sentimiento de culpa de 27 años, y se atrevÃa a parecer ESPERANZADA. Tuve que morderme la lengua para no llamarla con la letanÃa de nombres inapropiados que se me pasaban por la cabeza.
âJames, yoâ¦â.
Sacudà la cabeza. âAhórratelo, madre. Espero que Margie y tú disfruten del proceso de planificación de la boda. Pero no esperen que yo participe. PreferirÃa ponerme una pistola en la cabeza. O acostarme con Sheila. No estoy muy seguro de cuál serÃa peor, para ser honestoâ.
âJamesâ¦..â.
âComo sea. Ahora, si no les importa, me voy a la cama. No dormi mucho anoche. El sexo telefónico con Mary Beth me tomó horasâ.
Las dos ignoraron mi comentario sobre el sexo telefónico. Aparentemente, no les importaba tanto mi vida sexual ahora que estaban consiguiendo lo que querÃan.
Margie se apartó de mi camino, al igual que mi madre. Mientras subÃa las escaleras, escuché que Margie le decÃa emocionada a mi madre lo contenta que estaba de comunicarle a Sheila que la boda volvÃa a âestar en marchaâ.
En cuanto entré en la suite alfa, me di cuenta de dos cosas: 1) mi padre no estaba; y 2) ya habÃan colgado las fotos de sustitución de Stephanie.
Fui a la cocina y rebusqué en un cajón de trastos en busca de un resaltador fluorescente rosa. Por desgracia, no encontré nada. Luego miré en mi habitación, en la de mis padres y en las de los invitados. Finalmente, escondido en una de mis
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viejas mochilas del colegio que habÃa guardado en un armario y olvidado hace años, encontré lo que buscaba.
Armado y peligroso, volvà a la sala. Rápidamente agregué cuadritos rosados a todas y cada una de las fotos de Stephanie. Una vez hecho esto, me tomé un momento para dar un paso atrás y apreciar mi trabajo. Me di cuenta de que el Dr. Miller tenÃa razón: a pesar de ser sutiles, los cuadrados hacÃan tolerable lo
intolerable.
Satisfecho, me dirigà a mi habitación. QuerÃa ducharme, cambiarme y, con suerte, descansar un poco antes de empezar a trabajar en mis planes de batalla.
Mientras vaciaba mis bolsillos, saqué mi teléfono y recordé que lo habÃa apagado justo después de enviarle un mensaje a Lily.
â¿Recuerdas lo que le enviaste?â, me preguntó Luke en tono divertido.
â¿A qué viene ese tono, lobo?â. Me burlé de él. âNo dije nada más que lo que ambos hemos estado pensandoâ.
âAjáâ.
â¿Qué?â.
âOh, nada. Es que me hace gracia lo cariñoso que se pone mi mitad humana cuando está enfadado y cansadoâ.
Puse los ojos en blanco. âDa igualâ.
Luke se rió entre dientes. âSi te da igual, ¿por qué no enciendes el teléfono y ves si respondió?â.
Sentà que el corazón me daba un vuelco. ¿Y si respondió?
¿Y si no?
âSólo hay una forma de saberlo, id*ota. Enciende el teléfono. Quiero hablar con
mi parejaâ.
Diez minutos más tarde, después de pasearme nerviosamente de un lado a otro durante un rato, Luke por fin me convenció para que encendiera el teléfono.
for gune joutuidad de que life the chanel