Chapter Capítulo 129
La Novia Equivocada Novela de Day Torres
CORAZONES ATADOS. CAPÃTULO 16. Estoy muy orgulloso de ti Siendo justos, debemos decir que el señor Chow no solo estaba asustado de perder la enorme campaña publicitaria y el respaldo de calidad que representaba Kingâs Holding Corporation. La farmacéutica habÃa pasado por seis meses de investigación de parte del conglomerado publicitario antes de que James King la aceptara; ya se lo habÃan anunciado a todo el mundo, y si aquel hombre se echaba atrás, entonces realmente no habrÃa empresa de publicidad en Europa que se arriesgara a aceptarlos.
Mirela ¿qué hiciste? -siseó el señor Chow dirigiéndole una mirada asesina a su hijaâ. ¿Y este quién demonios es? -gruñó en dirección a Martin.
Mirela se puso pálida.
-¡Papá... ya te habÃa hablado de él, es Martin, mi novio! -exclamó con desesperación QuerÃa presentártelo hoy... ¡pero esta gente se metió en nuestro camino!
Maddi vio el rostro desencajado del señor Chow y apretó las manos de su novio.
James... por favor, no hagamos un escándalo pidió Maddi hablando en voz baja, pero él negó.
-No estamos haciendo un escándalo, pero que Dios agarre confesado al hombre que se atreva a ofenderte de nuevoâreplicó James-. Escúchame, Maddi, tú eres la persona más importante de mi vida y te mereces que te respeten y que yo te defienda, pero tienen que creerte eso, tienes que aceptarlo porque ya no estás sola, eres mi mujer, Maddi, y eres lo más valioso para mÃ.
Pasó un brazo alrededor de su cintura pasa sacarla de allÃ, mientras ella se quedaba reflexionando en aquellos pensamientos.
-¡Señor King... señor King, por favor...! -los detuvo el señor Chow antes de que se fueran Sea lo que sea que haya pasado, es un asunto de Ãndole personal, y nosotros estamos tratando un negocio. ¡Yo le estoy ofreciendo un negocio muy lucrativo a Kingâs Holding Corporation! Usted es un hombre inteligente, ¡seguro sabe separar lo personal de los negocios!
-Si cree eso entonces se equivoca, señor Chowâgruñó James-. Para mà no hay negocio más importante que mi familia.
Maddison Grant es ahora mi mujer y está esperando a mi hijo. ¡Ella es Kingâs Holding Corporation! Su negocio para mà no vale nada, menos si viene acompañado de una basura como esa -sentenció señalando a Martin con un gesto de asco.
El señor Chow parecÃa hervir de la rabia mientras se giraba hacia su hija.
-¡Deshazte de él! ¡De inmediato!
¡No, papá, espera...! -exclamó Mirela-. ¡Lo están desprestigiando, pero Martin es un buen hombre, es médico...!
No, no lo es. No es un buen hombre y todavÃa no es médico. Se escuchó la voz firme de Maddi y todos la miraron-. Señor Chow, Martin Presscot era mi prometido, yo pagué su carrera de medicina trabajando, hasta que me lo encontré en la cama con su hija y los dos me echaron de mi propia casa. âEl señor Chow se llevó una mano al pecho como si fuera a colapsar y Martin se puso lÃvido-. Según me dijo, necesitaba una esposa más distinguida que yo, supongo que una que pueda pagar los meses que faltan de su carrera. Asà que le recomiendo que tenga cuidado con la sanguijuela que le tocó de yerno... considérelo una última cortesÃa de Kingâs Holding Corporation.
Ella misma tiró de la mano de James y los dos salieron de allÃ. Antes de irse pasaron con la tesorera de la recaudación y le dejaron un cheque sustancioso que ayudarÃa muchÃsimo durante el siguiente año.
Maddi iba silenciosa de camino a casa, pero James no permitió que se sumergiera en aquellos pensamientos.
Estoy muy orgulloso de tiâdijo de repente y ella lo miró.
-¿¿De mi? ¿Por qué? Yo no hice nada.
-Sà hiciste, mucho más de lo que crees. Es un paso grande para muchas mujeres el simple hecho de no dejarse pisotear -
replicó James tomando su mano. Tu dignidad vale mucho, Maddi, me enorgullece que la defiendas.
-Lo lamento por el señor Chow, y no quiero que tú tengas problemas -murmuró Maddi. -Yo no voy a tener problemas por esto, te lo aseguroâreplicó James-. Y también lo siento por Chow, pero todos tenemos que asumir las consecuencias de todas las responsabilidades que no cumplimos, Maddi, y la suya era criar a su hija de forma que no fuera una mujer cruel.
-Pero James... ¿y si esto realmente les hace daño? -murmuró ella-. No quiero tener eso en mi conciencia.
James respiró profundamente mientras llegaban a la casa, le abrió con cortesÃa la puerta del coche y antes de entrar se sentó con ella en el jardÃn.
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-Escúchame muy bien porque esto es importante le dijo tomando su mano-. En primer lugar, es mi prerrogativa como CEO tomar o no un contrato, y he decidido no tomar este. Y en segundo lugar, tienes que empezar a ver el panorama un poco más allá de una sola persona. Mirela Chow es la heredera de esa farmacéutica y la dirigirá un dÃa. Una mujer que no solo se convierte en la amante de un hombre, sino que echa a una chica desamparada a la calle, sin tener dónde dormir, solo lanzando a sus pies un poco de ropa y una bolsa de basura, me parece un ser humano demasiado inescrupuloso como para manejar una farmacéutica que yo puedo convertir en la más grande de Europa. -Maddi arrugó el ceño, extasiada porque era como escuchar a hablar a un estratega militar-. Yo no voy a ayudar a consolidar un imperio que sea dirigido por una mujer como ella, y esa es mi responsabilidad. ¿Me comprendes?
Sin embargo Maddi no le contestó, solo le echó los brazos al cuello y lo besó en la boca. James tiró de ella y hundió la lengua en su boca, besándola con posesividad mientras la sentÃa derretirse entre sus brazos.
¡Demonios... me mojé! -suspiró Maddi apartándose un momento.
¿Por lo que dije?
-Ajá.
James apretó los labios.
¿Te mojaste porque me escuchaste hablar de responsabilidad cÃvica?
-¡Dios, sÃ!
-¿Sabes que tus fetiches son más raros que los mÃos? ¿verdad?
Maddi sonrió y mordió su labio inferior.
-se rio.
Ya lo sé, pero es que te escuchas muy sexy, asà que vamos a entrar... que quiero que me expongas tus ideas para la paz mundial.
James casi rompió en carcajadas y señaló su bragueta.
-OK, pero recuerda que tienes una conversación pendiente con mi amigo â advirtió James y ella ronroneó.
-¡SÃ, señor CEO!
Lo que pasó después no fue apto para todo público. Baste decir que James resolvió las crisis mundiales y Maddi lo hizo sentirse como un emperador. Era hermoso tenerla, era increÃble y James se sentÃa como si por fin la vida estuviera acomodando su corazón en el lugar correcto. Sin embargo James no podÃa olvidar todo lo que la habÃan hecho sufrir ni cómo la habÃan despreciado.
En los dÃas que siguieron por supuesto recibió la visita del señor Chow, disculpándose una y mil veces por todo lo que habÃa sucedido, sin embargo James ya habÃa tomado su decisión.
Escuche, o me voy a convertir en un obstáculo y menos le voy a hacer campaña para que otra empresa de publicidad no tome el proyecto de la farmacéutica sentenció James finalmente â. Pero decidà no aceptar el proyecto y esa es mi última palabra.
-¡Pero... ese hombre, el estudiante de medicina, mi hija ya no está con él, no tenemos ninguna relación! âdeclaró Chow con seguridad.
-Y yo le creo, pero no pienso cambiar de opinión y espero que pueda respetar eso. Lo lamento âsentenció James y el señor Chow salió de allà queriendo retorcerle el cuello a su hija.
Obviamente James no iba a faltarle al respeto diciéndole la verdadera razón por la que no aceptaba: que su hija era una persona desvergonzada, manipuladora y cruel. Sin embargo de todo aquello algunas palabras del señor Chow le llegaron a la mente.
Asà que el señorito Presscot rompió ya no tiene a su amante de respaldo... veremos si es verdad.
Y por lo que pudo investigar, era cierto. Chow habÃa obligado a su hija a alejarse de Marton bajo amenaza de desheredarla y ella habÃa dejado muy clara cuál era su posición al respecto, deshaciéndose de su amante.
Lo que seguÃa era una larga lista de bancos denegándole préstamos a Martin Presscot, varias colegiaturas atrasadas y una orden de desalojo del departamento donde vivÃa. Y él ni siquiera habÃa tenido que mover un dedo, solo cantarle un par de verdades en la cara.
Las cosas con Maddi iban bien, en unas semanas tendrÃan el ultrasonido de las veinte semanas y podrÃan ver al bebé. Ella estaba entusiasmada con estudiar en la universidad asà que a menudo las compras para el bebé se desviaban y terminaban siendo cuadernos y plumas.
Precisamente en una de esas tiendas estaba cuando vio entrar rápidamente a un hombre que la dejó helada. ParecÃa ojeroso, cansado y desesperado, y Maddi retrocedió mientras él la agarraba del brazo con brusquedad.
-¿Te creÃste que era una gracia arruinarme la vida? -gruñó Martin con impotencia-. ¡Pues esa es una calle de dos sentidos, maldi@, asà que si no quieres que arruine la tuya, más vale que me des lo que quiero!