Chapter Capítulo 107
La Novia Equivocada Novela de Day Torres
JUEGOS DE SEDUCCIÃN. CAPÃTULO 25. âPropiedad de Sophia Kingâ
Cabe decir que una cama nueva fue lo menos que tuvo que comprar Rex, porque cuando regresaron del viaje y por fin Sophia enfrentó de nuevo el departamento de Rex, las primeras palabras que salieron de su boca fueron:
-Dime una sola superficie aquà donde no haya puesto su trasero una mujer.
Rex levantó el Ãndice dispuesto a responder y luego lo bajó.
-¿Y si mejor nos compramos una casa que nos guste a los dos y empezamos de cero? -le propuso y Sophi se dio la vuelta para salir.
âSÃ, mejor, antes de que te incendie ese cuarto de la perdición que tenÃas ahÃ.
La vida se acomodó bastante rápido, Rex y Sophi viajaron a Inglaterra para recoger algunas cosas importantes que ella necesitaba y Connan aprovechó para viajar con ellos. Ãl se iba a la sucursal de Kings Holding Corporation en Europa para poder estar con Will y Sophi venÃa a dirigir la de Boston para que su padre por fin pudiera descansar.
Sin embargo Rex se negó a regresar de inmediato y él y Sophi decidieron hacer un viaje por algunas de las ciudades más hermosas de Europa.
Comenzaron en Barcelona, admirando la impresionante arquitectura y paseando por las animadas calles. Luego fueron a ParÃs, donde Rex se puso romántico incluso después de que Sophi lo hubiera hecho subir los trescientos ochenta y siete escalones de Notre Dame.
-¡Para que después digas que soy un viejito! ¡Ven acá que te voy a hacer el amor salvajemente sobre una gárgola!
-¡En una gárgola me voy a convertir yo si no consigo una cerveza en los próximos cinco minutos! -jadeó Sophi riéndose mientras él la envolvÃa en un abrazo.
Luego viajaron a Roma, Ãmsterdam, Budapest. Veinte dÃas después por fin regresaban a casa luego de un viaje inolvidable para ambos. Pero apenas atravesaron la puerta de la mansión King cuando Nathan salió a recibirlos.
-¿Ya me hicieron nietos? -fue su saludo.
â¡No, papá, todavÃa! -rio Sophi-. Primero tenemos que instalarnos, buscar nuestra casa y acomodarnos. Luego veremos lo de agrandar la familia.
Nathan hizo un puchero, pero para esa misma tarde sacó un montón de folletos inmobiliarios y se los dio.
â¡Vamos, consÃganse una casa y a procrear, criaturas del señor!
Sophi y Rex rieron y enseguida se pusieron en el plan de conseguir su hogar. Buscaban una casa que fuera lo suficientemente grande para los dos, pero no tan grande que se sintieran solos. También querÃan algo con un jardÃn, ya que a Rex se le habÃa antojado el paquete completo: los niños, el perro y hasta el poni. Y finalmente, querÃan una casa que tuviera una buena energÃa;
algo en lo que pudieran imaginar pasar el resto de sus dÃas.
Después de buscar durante unas semanas, por fin encontraron la casa perfecta a las afueras de la ciudad, con un amplio terreno y todo lo que necesitaban para empezar su nueva vida.
â Esta me encanta â sonrió viendo aquel lugar.
La casa era blanca, con un gran porche y un jardÃn con altos setos. TenÃa dos chimeneas y una estufa de hierro fundido para tostar malvaviscos; el porche trasero era lo suficientemente grande para varias hamacas y tenÃa escaleras de caracol y asientos bajo las ventanas. â¡La adoro! â exclamó Sophia emocionada y ese mismo dÃa contrataron a un decorador que estuvo bregando entre lo que los dos querÃan para conseguir que una semana después aquella fuera definitivamente la casa de sus sueños.
Un par de maletas era todo lo que necesitaban, y Rex cargó a Sophi a través del umbral de la puerta como el prÃncipe azul que estaba decidido a ser. Sobra decir que apenas le dio tiempo a cruzar el marco de la puerta cuando Sophia se le echó encima y bautizaron aquella casa entre gemidos desesperados y risas postâsexo. â¡Creo que de esta te hice trillizos! â rio Rex.
âYo también lo creo âmurmuró Sophi acurrucándose contra él y besándolo.
Enseguida se acostumbraron a la casa nueva y comenzaron una rutina en la que buscaban pasar juntos la mayor parte del tiempo posible.
Sophi estaba ahora a la cabeza del grupo KHC y Rex seguÃa dirigiendo la compañÃa Lanning. Cada mes Nathan les repetÃa lo mismo:
â¿Y para cuando los nietos?
âPapá, tienes que hacer un esfuerzo por calmarte â le dijo Sophi riéndose un dÃa â. Acuérdate de que Rex ya está viejito, y con tanta presión... no se le para. -¡SOPHIA! âgritó Rex desde la cocinaâ. ¡Te oi! Ella se ahogó de risa y para rematar Nathan puso lo suyo.
âYo sabia que ese exceso de uso le iba a descomponer la herramienta, ahora seguro que solo le quedan nadadores cojos.
Rex se asomó con dos cervezas y le torció los ojos a la ballenita.
â ¡Yo te voy a enseñar esta noche si se me para o no! ââamenazó en su oÃdo y a. ella se le escapó una risa traviesa.
â¡Bueno, bueno, están advertidos! No se demoren porque luego Rex va a tener que perseguir a los niños y con el reemplazo de cadera se le va a hacer difÃcil.
â¡Muy gracioso! Olvidas que eres mayor que yo â le reclamó Rex a Nathan.
â No, pero como hombre monogamo he hecho un uso sabio de mis cartuchos y jamás lancé balas de salva, prueba de lo cual son mis tres hijos hermosos â replicó elâ. Pero fuera de esto, vine porque necesito boletos VIP para el inicio de temporada â le dijo Rex â. Tenemos unos clientes importantes y quiero consentirlos. â|Cierto! De eso querÃa hablarte, papá âmurmuró Sophi poniéndose seria â. Sé que son los clientes más grandes que tenemos desde que yo empecé a dirigir el grupo aquÃ, y que te tienen entusiasmados... pero hay algo que no me gusta de ellos.
Nathan arrugó el ceño, eran unos dueños de casinos de Las Vegas que estaban buscando una campaña publicitaria positiva para su nueva cadena, y la propuesta realmente parecÃa muy buena.
â ¿Qué no te gusta? Los investigamos, son una compañÃa sólida desde hace diez años, y el contrato lo establecemos nosotros.
Sophi negó sin saber cómo explicarlo.
â Mira, llámale intuición femenina, sexto sentido... lo que quieras, pero hay algo que no me convence de esa gente âsuspiró y su padre asintió, pensativo. 2 â Bueno, no hay nada mejor para conocer a la gente de negocios que los momentos fuera de los negocios â intervino Rexâ . ¿Qué les parece si en vez de conseguirles asientos VIP, traen a sus clientes al palco principal de la familia y pasamos tiempo con ellos? Quizás asà Sophi pueda definir qué es eso que no la convence y tú puedas cerciorarte también, nunca está de más.
Sophi le dio un beso en la mejilla a modo de agradecimiento y eso acordaron. La temporada del Super Bowl comenzaba en dos semanas, pero en todo ese tiempo a Sophi no le mejoraron las vibras con respecto al nuevo contrato. Finalmente llegó el dÃa del primer partido y Rex caminaba de un lado a otro de la habitación con nerviosismo mientras hablaba por teléfono con su asistente âNo, Héctor, este año no voy a abrir el juego lo escuchó decir Sophi-. No, ya sé que siempre lo hago, pero este año... SÃ, ya sé que es importante, pero... Bueno, ya hablamos cuando llegue -gruñó Rex con molestia.
Cerró el teléfono de golpe y se dio la vuelta, encontrándose a Sophi que lo observaba atentamente.
-¿Está todo bien, cariño? -le preguntó Sophia.
Rex suspiró profundamente.
âSÃ... Es solo que... Bueno, este año no voy a abrir el juegoâmurmuró Rex.
-¿No vas a abrir el juego? -preguntó ella, sorprendida. ¿Por qué? Siempre lo haces. Es tu tradición.
-Lo sé, pero... ¡Maldición, siempre acaba apareciendo una loca que se me sube por una pierna y no quiero correr riesgos este año! -explicó Rex con decisión Cero apretones, besos, gritos o chichis en mi cara. ¡Yo me estoy portando muy bien y no quiero que venga ninguna a arruinar mi buen comportamiento! â rezongó.
Sophi tuvo que aguantarse la carcajada, pero finalmente le dio un beso, era muy cierto eso de que no le habÃa dado ni medio motivo de celos en esos meses, tanto que ella estaba a punto de ponerle una estrellita.
-¿Sabes qué? Quiero que abras ese juego.
-Pero... -Rex la miró con sorpresa y ella sonrió.
-¡Hazlo por mÃ! Además voy a llevarte un regalo -dijo Sophi con un guiño, y aunque él sabÃa que estaba planeando una de las suyas, accedió.
-Está bien, pero tengo que irme ya, tengo mucho que organizar todavÃa, amor dijo Rex dándole un beso rápido-. No vemos en el estadio. Los espero en nuestro palco. Te amo.
-Te amo, muñeco. Nos vemos.
Sophi también salió de la casa con dirección al grupo KHC y esa tarde ella y su padre se reunieron con los nuevos clientes en el estadio. Todos llegaron temprano y Rex observó cuidadosamente a los dos hombres que venÃan.
â
Uno era como de su edad, quizás un par de años menos, era abogado y se llamaba Steven Arnell. El otro era mayor que Nathan, parecÃa ser la cabeza del asunto y se llamaba Edgar Hudson. Después de mirarlo un momento Rex achicó los ojos. Su rostro se le hacÃa extremadamente familiar, pero no sabÃa de dónde. 4 Estuvieron hablando de negocios por un rato y todo parecÃa marchar bien. Sin G embargo tal como Sophi tenÃa aquella sensación de desconfianza, Rex comenzó a experimentarla también.
â Disculpe que lo moleste, señor Hudson, pero ¿nos conocemos? â preguntó y el hombre le dirigió una mirada inexpresiva que enseguida lo puso alerta.
âCreo que lo recordarÃa si nos hubiéramos cruzado alguna vez en la vida â respondió Hudson friamente.
Rex se quedó observándolo con cautela y un sentimiento de incomodidad que iba en aumento. No le gustaba la forma en que se dirigÃa a Sophia ni la forma en que la miraba, aunque para el resto del mundo pareciera solamente amable.
â Escucha, no quiero que esto te suene a celosâdijo Rex intentando parecer calmado mientras llevaba a Nathan a un lado y le hablaba en voz bajaâ. Pero Sophia tiene razón, ese tipo no me gusta.
Nathan respiró profundamente y accedió.
âCon dos buenas intuiciones me basta. Nos mantenemos al margen de este negocio entonces.
Nathan habló más tarde con Sophia y como ella parecÃa mantener su opinión, decidieron rechazar la propuesta de negocios en la próxima reunión que tuvieran.
â Por lo pronto, dejemos que el partido pase y luego lo resolvemos â le pidió Nathan a su hija y ella asintió.
â Está bien, iy hablando del partido, tengo que salir! Sophia agarró una pequeña caja de regalos y bajó a los vestidores del equipo, donde ya el entrenador les estaba dando el discurso de motivación. Rex se acercó a ella y Sophi le entregó su regalo.
â Sé que no quieres correr riesgos asà que hice un regalo bien tóxico para ti. Te prometo que va a funcionar.
Rex rio mientras abrÃa la caja y sacó una playera del uniforme del equipo con su número, pero en lugar de su nombre, en la espalda tenÃa un enorme letrero que decÃa: PROPIEDAD DE SOPHIA KING. 3 â Auch! ¡Soy tuyo! ¡Me encanta! âexclamó cambiándose de inmediato y dándole el beso más posesivo del mundo antes de salir a la cancha para abrir aquel juego. El público enloqueció cuando vieron entrar a los jugadores y Sophia sonrió nerviosa mientras observaba a Rex, que estaba listo para lanzar el balón. Rex era un dios del fútbol y todos querÃan verlo en acción. Y entonces, en un momento de concentración absoluta, él hizo el primer lanzamiento de la temporada, simbólico por supuesto, pero con eso se daba por iniciado el juego. Sin embargo en lugar de tomar sus posiciones para empezar, Rex dio una orden como si todavÃa fuera el quarterback y todos los jugadores, incluso los del equipo contrario, comenzaron a correr por el campo de fútbol como locos, y a tirarse en la hierba hasta que aquellas palabras quedaron formadas. Sophia sintió que se le detenÃa el corazón. Sobre la hierba, aquella jugada decÃa: 4 CASATE CONMIGO SOPHI