Chapter LA NOVIA EQUIVOCADA By Day Torres CAPÍTULO 10
La Novia Equivocada Novela de Day Torres
CAPITULO 10. Esta la gané yo, ¿verdad? Amelie tenÃa aquella sensación de que un desastre estaba a punto de ocurrir.
Stephanie, sin embargo, iba muy oronda porque el auto de lujo de los King las habÃa llevado hasta el Acuario. Le agradaba sentirse adulada, y eso era justo lo que pasarÃa cuando la vieran llegar con la hija de Nathan King... y una niñera. â¿Vienes mucho aquÃ? âpreguntó Stephanie. â¡Oh, sÃ, vengo dos veces por semana! ¡Mi papá incluso me compró un asiento VIP, el mejor asiento del Acuario para que yo vea el show de las ballenas! â respondió Sophia mientras un hombre muy atento se acercaba a ellas.
âSeñorita Sophia, ya la estábamos esperando âdijo el hombre.
â Gracias señor Renard ârespondió la niña con una sonrisaâ. Pero hoy voy a hacer un cambio. Ella es Stephanie Wilde, va a ser mi nueva mamá â dijo señalando a Stephanieâ, asà que hoy le voy a ceder mi asiento VIP.
Amelie estaba atónita, pero Stephanie estaba emocionada. PodrÃa estar en el mejor asiento del Acuario. Ella creÃa que estaba escalando rápido en la vida social de los Kings, y eso la hacÃa sentirse orgullosa.
â Muy bien, la guiaré, señorita Wilde, por aquà â dijo el hombre, pero antes de que se fueran, Sophia le hizo un gesto y el señor se inclinó.
â Es su primer show de las ballenas. No le cuente lo que va a pasar â dijo con una sonrisa y el señor Renard asintió con un guiño. Amelie estuvo a punto de preguntarle a Sophia que estaba tramando, pero luego recordó las miradas de desprecio que solÃa lanzarle Stephanie, y decidió seguirle el juego a la niña hasta el final.
Asà que vio cómo su prima se esforzaba por mantener su fachada de superioridad mientras se sentaba en el asiento VIP de la hija de Nathan King. Sophia tomó la mano de Amelie y juntas se dirigieron a un palco privado que también le pertenecÃa.
â Te gusta mucho el acuario, ¿verdad?âpreguntó Amelie con picardÃa. â¡MuchÃsimo! ¡Y amo el show de las ballenas! âexclamó Sophia entusiasmada -. ¡Este es el mejor show de ballenas del mundo!
¡Y vaya que iba a serlo! Porque lo que menos imaginaba Stephanie Wilde era que para ocupar aquel asiento VIP se necesitaba un impermeable. Apenas el show comenzó cuando Stephanie se dio cuenta de que algo no estaba bien. El primer indicio fue cuando una gota cayó en su frente, pero no le dio importancia, hasta que vio a Sophia riéndose sin disimulo en su palco elevado. Y fue entonces cuando supo que la habÃa engañado, pero ya era demasiado tarde para hacer nada, porque las ballenas comenzaron a saltar fuera del agua y a salpicar todo lo que encontraban a su paso. En un segundo Stephanie estaba completamente empapada y sus gritos se mezclaban con las risas de los niños. ¡Estaba experimentando el show, y sintiendo el agua en toda su magnitud, mientras los animales salpicaban y jugaban!
Fue uno de los shows más divertidos que Sophia y Amelie habÃan visto en mucho tiempo, y sin duda alguna, Stephanie Wilde no volverÃa a subestimar a la niña. Sin embargo, cuando el espectáculo acabó, la mujer subió hacia aquel palco chorreando agua y destilando veneno.
âi¿Por qué me hiciste esto?! âgritó furiosa, mirando a Sophia con odio. Pero la niña se limitó a sonreÃr con inocencia.
â Fue el show más lindo de todos, yo hubiera querido estar en tu lugar â respondió.
â ¿De verdad crees que me voy a tragar ese cuento? â le respondió Stephanieâ, ; Solo lo hiciste para molestarme! Amelie puso a Sophia tras ella y negó con condescendencia, intentando no reÃrse.
â Stephanie, ya déjala. No se puede discutir con niños âdijo tratando de calmarla pero a Sophia se le escapó una risa.
â¿Esto te parece gracioso? â le gritó a la niña.
â ¡Pues sÃ! â respondió Sophia sin inmutarseâ. ¡Y si no fueras tan pesada te hubiera dicho que te pusieras un impermeable...
pero creo que será para la próxima vez!
â¡Eres una...!
â ¿Qué está pasando aquÃ?âgruñó la voz ronca de Nathan y las tres se giraron sobresaltadas. â ¡Pues que vinimos a pasar el rato, y tu hija decidió hacerme una broma pesada! ârespondió Stephanie sin dejar de mirar con disgusto a Sophia. Nathan la miró de arriba abajo. Era realmente gracioso verla completamente mojada y con el maquillaje chorreado. â¿Sophia te puso asÃ?
âpreguntó. â No papi, solo quise agradarle y le cedà mi asiento VIP â dijo Sophia con un pucheroâ. Yo siempre me siento ahÃ, ni siquiera a ti te lo presto, papi, tú lo sabes. Yo solo trataba de ser amable con ella. ¿Tengo que disculparme?
A Stephanie casi se le cayó la quijada cuando la escuchó decir aquello. ¡Aquella niña era la peor manipuladora de la historia, y casi le dio un soponcio cuando Nathan King negó con la cabeza!
â No, mi amor, eso fue muy amable de tu parte â dijo él acariciando su cabezaâ, Stephanie, la próxima vez asegúrate de usar impermeable. Ahora ve a la tienda de regalos, debe haber ropa seca ahà que puedas usar; que lo pongan a mi cuenta. Te esperamos en el restaurante. Iba a darle un infarto o algo, Amelie lo presentÃa, pero finalmente Stephanie salió de allà taconeando furiosa. Nathan arrugó el ceño mientras la veÃa salir, parecÃa tener un temperamento explosivo, por completo diferente al que habÃa visto el primer dÃa.
â Bueno, aquà es donde yo me despido âsonrió Amelie haciéndole un guiño a Sophiaâ. Gracias por invitarme. TenÃas razón, ¡es el mejor show de ballenas del mundo!
â Noooo, pero no te vayas â le pidió Sophiaâ. ¡Por favor, eres mi invitada, y le dije al abuelito James! ¡Y todavÃa no me sé la tabla del 7! ¡No te vayas, porfis porfis plis! Amelie miró a Nathan y él achicó los ojos. Su hija jamás habÃa sido apegada con ninguna mujer, y ahora parecÃa una pequeña garrapata pegada a Amelie.
â¿Por favor, papi, puede quedarse? â le suplicó la niña y Nathan asintió. âHoy es tu dÃa, mi amor, nosotros somos tus invitados. ¿Vamos?
Les hizo una señal amable y Sophia se prendió de la mano de Amelie para subir al restaurante, donde el abuelo King recibió a las dos chicas nada menos que con un abrazo.
â¿Y yo qué me estoy perdiendo aquÃ?â, pensó Nathan al darse cuenta de que Amelie y el abuelo ya se conocÃan, pero cualquier intento de interrogación lo frustró la llegada de Stephanie. 1 VenÃa en pijamas de delfines de la tienda de regalos, y tacones. ParecÃa que preferÃa dejarse ver con los King aunque fuera en aquellas fachas. Todos se sentaron a la mesa y Sophia se emocionó describiendo el show, mientras Stephanie rumiaba su odio en silencio. ¡Hasta Amelie estaba mejor vestida que ella! ¿¡Y por qué demonios se habÃa quedado!? Sophia y Amelie pidieron el menú sorpresa para niños. Los señores King algo sofisticado y Stephanie miró la carta con molestia hasta que se giró hacia el camarero.
â ¿Tiene algo sin gluten, sin azúcar, sin grasas y sin calorÃas? âpreguntó y en vez del mesero le respondió el abuelo King.
-SÃ, servilletas ââdijo y Stephanie se puso coloradaâ. ¿Servilletas no? ¡Entonces agua! ¡Le trae la mejor de la casa, por favor!
â Abuelo... â carraspeó Nathan y el anciano sonrió con picardÃa.
â Bueno, ya que no nos podemos reÃr, hablemos de temas serios âsuspiróâ, Stephanie Wilde, ya te conocà a ti, creo que lo que sigue es organizar una cena para que toda la familia Wilde conozca a toda la familia King. ¿No es asÃ?
El rostro de Stephanie se relajó y Nathan arrugó el ceño, no le gustaba la forma exagerada en que aquella mujer reaccionaba a las cosas que le incomodaban. No pudo evitar que sus ojos se desviaran hacia Amelie, sin dudas ella era mucho más explosiva, pero al menos esa pequeña bomba no ocultaba que tenÃa el detonador a flor de piel. Por suerte la cena no demoró demasiado y Nathan pidió un auto para su prometida mientras ellos regresaban a la mansión King.
D âNo me gusta Stephanie â murmuró Sophia con un suspiro cuando Nathan la metió en la cama y la arropó con las mantas.
â Yo creà que te agradaba â murmuró él y la vio negar. â No, yo prefiero a Amelie. Stephanie es difÃcil. â No te preocupes, cariño â respondió Nathan mientras le daba un suave beso en el cabello a su hija y la veÃa dormirâ. No te obligaré a estar con ella si no la quieres.
Sin embargo su mente no dejó de pensar esa noche. HabÃa perdido a Marilyn cuando Sophia solo tenÃa dos años y se habÃa jurado que jamás le impondrÃa una madre que no quisiera, y cuando por fin parecÃa haber encontrado a la adecuada, llegaba Amelie a arruinarle los planes.
â¡No, si es que me tiene la maldit@ vida desordenada! âgruñó Nathan mientras subÃa en aquel ascensor después de toda la noche de insomnio. No podÃa sacar a Amelie de su cabeza, todo era un caos desde que ella habÃa llegado. Y como mismo llegó al piso 15, asà mismo bajó al pequeño almacén.
â¡Esto es tu culpa! ¿Verdad? â reclamó. â Aaahah! âgritó Amelie lanzando por los aires un montón de papeles del susto. â ¡Es tu culpa que a Sophia no le guste Stephanie! â la acusó Nathan. â¡Claro que no! ¿Cómo me puede acusar de eso! ¡Yo solo he estado cuidando y atendiendo a su hija! âexclamó Amelie dolida.
â¿Solo eso? ¿O también la estás indisponiendo contra su futura madre? â ¡Dios me libre! â replicó Amelie con frustraciónâ. No hay nada en el mundo que yo desee más que verlo casado con Stephanie Wilde. ¡Si es que los dos son tal para cual!
â ¿De verdad? â preguntó Nathan con sarcasmo. â Claro que sà â asintió Amelie con un gesto decididoâ. Los dos son distinguidos y educados, se van a llevar muy bien. Nathan gruñó porque sabÃa que aquello era sarcasmo puro y odiaba que ella lo provocara, y odiaba reaccionar a su provocación y odiaba que lo sacara de quicio y la odiaba a ella y odiaba al maldito correo jy lo odiaba todo en aquel momento!
â ¡Pues tienes toda la razón! âsiseó-. Por eso se convertirá en mi esposa. â ¡Pues todavÃa no lo es y ya siento pena por ella! â
¡Dice alguien que probablemente matarÃa por estar en su lugar!
Amelie separó los labios de la sorpresa.
â¿Usted se cree que es un premio? âsonrió con sorna, mirándolo directamente a los ojos, y Nathan sintió que se le disparaba la sangre en las venasâ. ¡Usted puede ser muy distinguido, señor King, pero definitivamente no es un hombre por el que yo pelearÃa! ¡Porque usted no tiene nada que a mà me guste!
¡Y eso ya era demasiado! ¡Aquella mujer era el infierno! ¡Lo desquiciaba! Nathan la miró fijamente durante un instante antes de cruzar los diez centÃmetros que los separaban y atraparla entre sus brazos para besarla. Aquel primer beso fue una declaración de guerra, un desafÃo, una amenaza. Fue duro y posesivo y autoritario, y Amelie lo recibió con la misma furia mientras luchaba por apartarlo. Nathan la levantó sin esfuerzo y la sentó en la mesa cercana, y la fuerza de su agarre era tal que casi le impedÃa respirar.
En un solo minuto Nathan King tenÃa dos bofetadas en la cara y Amelie una mordida en el labio.
ââPues para no gustarte âdijo él con satisfacciónâ ... pudiste resistirte más. 1 Nathan salió de allà con un solo pensamiento:
â¿Esta la gané yo, verdad? ¿Verdad?
Por desgracia para él, la respuesta era: âNOâ 1