Tomando a su hijo como respaldo Capítulo 8
Tomando a su hijo como respaldo (Ella y Vania)
CapÃtulo 8
Los ojos de Ernesto parpadearon levemente.
âSe suponÃa que hoy serÃa la toma de posesión de Perla. Ahora la Señorita Santana se hizo cargo y se ha creado un gran desastre. Perla parece bastante avergonzadaâ. Dionisio continuó su informe. âNo estoy seguro de cuán fluida será la adquisición del grupo Galaxia por parte de Señorita Santana, considerando que César y Perla siempre han estado a cargo allÃâ.
Dionisio notó que Ernesto tamborileaba casualmente con sus delgados dedos sobre el escritorio. Se dio cuenta de que Ernesto sà se preocupaba por Vania. De lo contrario, Ernesto no habrÃa arriesgado su vida para rescatarla
del incendio. Pero lo que desconcertó a Dionisio fue que Ernesto normalmente evitaba involucrarse con mujeres. Sin embargo, aquà estaba Ernesto, poco después de regresar a Valencia, aparentemente enamorándose de la nada. A Dionisio le costó un poco comprenderlo.
No se atrevÃa a husmear en los asuntos personales de su jefe y sólo podÃa decir cosas que a Ernesto le gustarÃa oÃr. âJefe, ¿deberÃa echarle una mano discretamente?â
Ernesto guardó silencio por un momento antes de decir: âEl ir sola de Vania al grupo Galaxia demuestra su confianza. Tenemos que confiar en ellaâ.
âSÃâ, respondió respetuosamente Dionisio. Sintió que el juicio de Ernesto no estaba equivocado. Después de todo, la mujer que Ernesto favorecÃa debÃa ser excepcional.
Vania dejó el grupo Galaxia y regresó a casa, apenas instalándose cuando de repente sonó su teléfono. Mirando el identificador de llamadas, decidió contestar.
âVania, ¿por qué apuntar a Perla de esta manera?â La voz de Sergio tenÃa un tono de reproche. âNuestros problemas no tienen nada que ver con ella. No se lo pongas difÃcil. Si estás molesto, descárgate conmigoâ.
Vania entendió que debió ser Perla quien se quejó con Sergio. A Perla siempre le gustó hacerse la vÃctima para sembrar discordia entre Vania y los demás, una táctica a la que Vania se habÃa acostumbrado desde hacÃa bastante tiempo.
âSergio, no te hagas ilusiones. Esto no tiene nada que ver contigo. Sólo estoy reclamando lo que por derecho es mÃoâ, respondió Vania.
Sergio parecÃa algo serio. âVania, si te falta dinero, dÃmelo. Es más, sólo porque rompimos no significa que no
puedas trabajar en el grupo Montalvo. Nunca dije que te despedirÃa. ¡No tienes por qué pasar por esta miseria! Puedes trabajar en el grupo Montalvo y obtener la compensación que te correspondeâ.
Vania sintió ganas de poner los ojos en blanco. Ella creÃa que no habÃa manera de comunicarse con Sergio. Respiró hondo y dijo: âSergio, ¡lo diré muy claro por última vez! Primero, el grupo Galaxia es el legado de mi madre para mà y no tiene nada que ver con Perla. Dicho más claramente, aunque no quisiera el Grupo Galaxia, optarÃa por donarlo a la beneficencia. ¡Nunca se lo daré a la hija de un rompehogares! Segundo, no volveré a trabajar en el grupo Montalvo. Cuando tenga tiempo, Vendré a recoger mis pertenencias. Si no quieres que me lleve esas cosas, simplemente haz que las tire. No son esenciales para mà de todos modos. Por último, no me insultes con tu supuesto dinero, ¡No eres digno!â Con eso, Vania no le dio oportunidad a Sergio de volver a hablar. Ella colgó.
Sergio, sentado en su coche, tenÃa una expresión de máximo disgusto. Vania le habÃa colgado abiertamente, incluso ridiculizado su amabilidad. No podÃa entender cómo Vania tuvo la audacia de tratarlo de esa manera. Cuanto más pensaba Sergio, más se enojaba. Intentó llamar una y otra vez, pero cada vez, Vania desconectaba la llamada sin piedad, dejando la mano de Sergio que sostenÃa el teléfono temblando de rabia.
Vania desconectó varias llamadas consecutivas de Sergio. Cuando su teléfono volvió a sonar, no lo miró, sino que lo cogió y gritó: â¡Si te atreves a llamarme de nuevo, te daré una lección!â.
Se hizo el silencio al otro lado de la lÃnea. Vania sintió que algo andaba mal y rápidamente miró el teléfono, sorprendida al ver un número desconocido.
Antes de que Vania pudiera hablar, se escuchó una voz profunda y magnética. âSi no tengo miedo de que me den una lección, ¿puedo seguir llamándote?â
Vania sintió una conmoción interior. No esperaba que fuera Ernesto. Vania frunció los labios y se disculpó: âLo siento, no me di cuenta de que eras tú antes. Lo que dije no estaba dirigido a tiâ.
âEntonces, ¿fue dirigido a quién?â Ernesto alzó una ceja.
Vania vaciló unos segundos antes de decir lentamente: âSeñor HolguÃn, ¿no lo sabe?â.
Ernesto frunció levemente el ceño. Sus dedos golpearon ligeramente el escritorio. â¿Necesitas ayuda?â
âNo, no necesitoâ Vania se negó directamente, manteniendo deliberadamente la distancia. âSeñor HolguÃn, ¿necesitaba algo de mÃ?â
âNadaâ, respondió Ernesto.
Vania frunció el ceño.
âSólo estaba probando si el número que le diste a José es verdaderoâ.
Vania hizo una pausa enojada por un momento antes de continuar: âNo les miento a los niñosâ.
Además, Ernesto la habÃa ayudado a recuperar su número de teléfono, por lo que no podÃa ignorarlo.
â¿Tienes tiempo esta noche?â Ernesto preguntó de repente.
El cambio en la conversación tomó a Vania con la guardia baja.
âCenemos juntosâ, sugirió Ernesto. âYo te recogeréâ.
âLo sientoâ¦â Vania comenzó a declinar.
âCelebremos juntos mi primer dÃa de trabajoâ, continuó Ernesto.
Vania sintió que hablaban idiomas diferentes durante la conversación.
âNos vemos a las seisâ, dijo Ernesto, y luego colgó.
Vania respiró hondo. Ernesto podÃa ser bastante asertivo en ocasiones, lo que la dejaba un tanto indefensa.
Después de pensarlo un poco, Vania le envió un mensaje a Ernesto. El mensaje decÃa: [Lo siento, Señor HolguÃn, estoy ocupado esta noche y no puedo celebrar con usted. Sin embargo, felicitaciones por su nuevo trabajo.]
Después de enviarlo, agregó un emoji de celebración, tratando de parecer amigable. Ella pensó que ésta era la manera más educada de rechazar a un extraño sin hacer las cosas incómodas.
Del otro lado, Ernesto, al mirar los emojis enviados, no pudo evitar reÃrse. Fue una carcajada repentina que casi hizo
que Dionisio se quedara boquiabierto por el shock. Fue una escena que nunca esperó presenciar en su vida. No sabÃa que Ernesto podÃa reÃr. Lo que lo sorprendió aún más fue que la sonrisa de Ernesto parecÃa peculiar.
âDionisioâ, dijo de repente Ernesto.
âSÃ, señor HolguÃnâ, respondió Dionisio con urgencia.
â¿Por qué las mujeres envÃan emojis a los hombres?â, preguntó Ernesto.
Dionisio abrió mucho los ojos. Ernesto lo miró. Los ojos de Dionisio se movieron rápidamente, inseguros, y dijo: â¿Quizás cuando estén interesados en ti?â
La sonrisa de Ernesto se hizo aún más evidente. Al ver la expresión de Ernesto, la boca de Dionisio se torció. De repente sintió curiosidad por saber qué tipo de emojis le habÃa enviado Vania a Ernesto. A juzgar por la mirada satisfecha de Ernesto, supuso que debÃan haber sido bastante inusuales.
En ese momento, un educado golpe resonó fuera de la puerta de la oficina. La secretaria entró y respetuosamente dijo: âSeñor HolguÃn, Sergio Montalvo, el director general del grupo Montalvo, desea visitarlo en persona. ¿Está disponible para verlo ahora?â
Al escuchar el nombre de Sergio, Dionisio inmediatamente se sobresaltó. SabÃa que Sergio era el rival en el amor de Ernesto.
âNo disponibleâ, declinó Ernesto.
â¿Cuándo serÃa un momento conveniente para ti?â, preguntó la secretaria.
âNuncaâ. El tono de Ernesto era frÃo.
La secretaria, algo intimidada, dijo respetuosamente: âLe avisaré al señor Montalvo que se vayaâ.
Ernesto permaneció en silencio. Tomándolo como un silencioso reconocimiento, la secretaria, conmocionada, abandonó el despacho. Era el primer dÃa que la secretaria trataba con Ernesto y a la secretaria le resultaba imposible comprender el temperamento de Ernesto.
âEsperaâ, dijo Ernesto de repente.
La secretaria rápidamente se dio vuelta, esperando que Ernesto hablara.
âDespués de la reunión de la junta directiva, tal vez tenga tiempo de verloâ, dijo Ernesto.
El secretario entendió y dijo: âSÃ, se lo comunicaré al señor Montalvoâ.
Dionisio vio salir a la secretaria y luego se volvió para evaluar a Ernesto. SabÃa que Ernesto planeaba darle a Sergio una lección exhaustiva.