Capítulo 64
Se Volvió Loco Tras Mi Muerte ( Violeta and Maurino )
CapÃtulo 64
Lucrecia era conocida como la señora de la casa en la Villa del Sol, recibida siempre como la Sra. Paz. Excepto por el estudio de Maurino, podia moverse libremente por cualquier lugar,
Bajando las escaleras, dijo, âDe ahora en adelante, nada de chismear sobre ella. Es la hermana de Maurino y por lo tanto, también será mi hermana. No sólo yo, sino todos ustedes, asegúrense de tratarla blen.â
Uno de los empleados, movido por la curiosidad, preguntó, âSrta. Salazar, ¿qué historia tiene esal muchachita? ¿Por qué no la habiamos visto nunca antes? ¿Y cómo es que el señor tiene una hermana de repente?â
Con una mirada frÃa, Lucrecia respondió, âNo se debe indagar en lo que no les concierne.â
El empleado asintió, âEntendido, Srta. Salazar.â
Violeta yacia en su cama blanda y abrazando su almohada de peluche, rápidamente se quedó dormida. Cuando la noche se hizo más oscura y la habitación se calentó, Violeta se volteó en la cama, ajustó su manta y el muñeco de peluche cayó al suelo. Ella quedó recostada boca abajo, su rostro oculto por su larga cabellera, respirando suavemente. Los ruidos de los empleados trabajando en el pasillo no lograban perturbar el sueño de la joven.
A las siete y media de la noche, unos faros atravesaron rápidamente frente a la ventana panorámica y un lujoso Maybach se detuvo con firmeza. Lucrecia esperaba afuera de la casa como una esposa que aguarda el regreso de su marido después de un dia de trabajo.
Maurino regresaba de una reunión, temprano para su horario habitual, que solÃa extenderse hasta las nueve y media o diez de la noche, de hecho no era inusual que se quedara trabajando hasta altas horas de la madrugada.
Lucrecia se acercó a tomar la chaqueta que Maurino llevaba sobre el brazo, âDebes estar cansado, pensé que llegarÃas más tarde.â
Para cualquiera que los viera y en toda la capital, solo la heredera de Joyeria Salazar, Lucrecia, se consideraria pareja de Maurino, heredero del Grupo Paz, como si fueran dos gemas preciosas.
Ãl entró al vestibulo y recorrió el espacioso salón con la mirada, buscando algo. â¿Dónde está Violeta?â
La mujer respondió: âParece que Violeta no durmió bien anoche, está dormida en su habitación del segundo piso. Voy a llamarla.
La cena está lista, sólo estábamos esperando que llegaras.â
Maurino, con una mano en el bolsillo, subió las escaleras, âNo te preocupes, yo la llamaré.â
Al entrar a la habitación, abrió la puerta y camino hacia el interruptor en la pared. No encendió todas las luces, solo una lámpara de cabecera. Se inclinó a recoger el muñeco caÃdo y observó a Violeta, tendida en la cama, con una esquina de su ropa deslizándose hacia arriba, dejando ver un poco de piel en su cintura.
Un momento después, Violeta, aún medio dormida, levantó la cabeza y miró con los ojos entrecerrados a la figura sentada a su lado.
Maurino apartó el cabello oscuro y ondulado de su rostro, viendo que aún estaba somnolienta y con
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Capitulo 64
los ojos nublados, âLevántate, ya es hora de cenar. ¿Eh?â
Al escuchar la voz baja y magnética a su lado, ella cambió de posición, apoyándose en las piernas de Maurino, âDéjame dormir un poco más, estaba soñando.â La mano de Violeta descansaba en la palma de Maurino, pronto se relajó y volvió a quedarse dormida.
âLa cena de hoy es tu platillo favorito, carne en adobo y langostinos al ajillo. ¿No me habÃas dicho que querÃas comer eso para tu cumpleaños?â dijo Maurino en voz baja, mientras su mirada se posaba en ella y sus ásperas manos acariciaban su cabello.
El estómago de Violeta gruñó audiblemente en la habitación.
â¿Qué hora es, hermano?â, preguntó ella finalmente.