Capítulo 170
Se Volvió Loco Tras Mi Muerte ( Violeta and Maurino )
CapÃtulo 170
En aquel momento ella todavÃa estaba inconsciente en el hospital.
Ella respondió: [No solo estoy enferma, también me siento agraviada.]
Adrian respondió al mensaje rápidamente: [¿Qué pasó?]
Violeta estaba redactando la respuesta, contándole lo que habÃa sucedido recientemente, pero decidió no mencionar los detalles sobre cómo la habÃa tratado la familia Paz.
Justo después de enviar un mensaje, escuchó que el mesero llamaba: âSr. Pazâ.
Dejó inmediatamente el teléfono y desde el rabillo del ojo, vio la figura de Maurino, quien se sentó frente a ella después de jalar una silla.
â¿Ya pediste la comida?â
Violeta asintió, âSÃ.â
Maurino preguntó, â¿Quieres ir a algún lugar después?â
Violeta rechazó la idea, âNo, prefiero volver a la capital después de comer. No quiero quedarme aquÃ.â
âYa te agendé con el mejor especialista, primero ve a hacerte un chequeo, luego Ernesto te llevará de vuelta.â
Ella miraba hacia abajo, sosteniendo una taza de porcelana blanca, viendo cómo las flores de manzanilla giraban en el agua. El mate se sentÃa ligeramente amargo en su boca, âConozco bien mi cuerpo, con tomar medicina estaré bien.â
La gastritis no se curarÃa tan rápido.
La medicina que Adrián le habÃa dado la última vez aún no se habÃa acabado.
âMe quedé aquà para no molestarte. Te vi jugando golf con Julia y te veÃas feliz, asà que me pareció que estaba de más.â
Maurino, con una actitud relajada, tomó un sorbo de su bebida y preguntó, â¿La conoces?â
Ella respondió, âNo mucho, solo sé que existe.â
El hombre dejó la taza, âSi quieres jugar, te puedo enseñar después.â
Violeta rechazó con cortesÃa: âNo gracias, no tengo interés en aprender.â
A los oÃdos de Maurino, esas palabras sonaron como si estuviera celosa.
â¿Estás enojada?â
Los platos comenzaron a llegar uno tras otro.
Violeta tomó los cubiertos y comenzó a comer pescado, âNo tengo por qué enojarme. Tú sabes lo que haces, yo soy solo una niña y no debo entrometerme.â
Maurino sonrió de ladu, res obediente, te acordaste de todo lo que te dije anoche.â
Violeta
no respondió y continuó comiendo.
Sintió la vibración del teléfono, supo de quién era el mensaje, pero decidió no contestar.
Finalmente, puso el teléfono en modo silencio y lo colocó boca abajo en la mesa.
HabÃa comido casi la mitad de un filete de robalo al vapor.
Después de comer bastante, tomó un poco de sopa.
R e tenÃan comidas tan silenciosas como esa.
A mitad de la sopa, un alboroto interrumpió la tranquilidad del restaurante. Era una dama de sociedad, que habÃa llegado para atrapar a un infiel.
â¡Mira tú! Me dijiste que estabas de viaje de negocios, que estabas hablando de contratos, y ahora aquà estás, abrazando a una mujer a la izquierda y a otra a la derecha. ¡Jaime, eres un sinvergüenza, voy a divorciarme de ti!â
âNo, no es lo que parece, mi amor, déjame explicarte. Estas mujeres no tienen nada que ver conmigo, ¡se acercaron por su cuenta!â
â¿Se acercaron por su cuenta? ¿Crees que no sé cómo eres? Con esa debilidad que tienes por las mujeres hermosas, no puedes controlarte.
¿Y después de cenar bien y beber, qué? ¿Planeas ir a una habitación de hotel, verdad?â
Apoyando su barbilla en su mano, Violeta observaba cómo la mujer arrastraba al hombre de la oreja fuera del restaurante ante la mirada de todos.
Detrás de ellos salieron varias jóvenes hermosas.
â¿Qué crees, hermano? ¿Por qué hay quienes no pueden amar simplemente a una sola persona siempre?
¿Es tan difÃcil?â
Al ver que se iban peleando, Violeta perdió el interés y retiró la mirada, notando al mismo tiempo que Maurino la observaba. Esa mirada la hizo sentir
incómoda.
Ãl simplemente sonrió, âSi comieras el mismo plato todos los dÃas, eventualmente te cansarÃas y querrÃas probar algo diferente, algo nuevo.
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