Capítulo 162
Se Volvió Loco Tras Mi Muerte ( Violeta and Maurino )
CapÃtulo 162
Violeta echó un vistazo y de repente, sus ojos se abrieron de par en par, llenos de miedo, mientras retrocedÃa Instintivamente.
Ese era el lugar donde la habÃan enterrado viva.
Por un momento, olvidó respirar. Maurino⦠era Maurinoâ¦
âHermano!â Cuando Violeta se acercó, vio a Maurino, quien a pesar de rozar los cincuenta, seguÃa viéndose elegante. Pero lo que sostenÃa entre sus brazos, con un apretón desesperado, era el esqueleto podrido de un cadáver.
Ese cadáver no era otro que Violeta, muerta desde hacÃa años.
Ella miró a su hermano con ojos igualmente tristes, en ese momento en que no querÃa bajar la mirada, vio la tristeza en los ojos de Maurino.
¿Por qué se sentÃa tan afligida ella también?
âSi realmente te importaba hermano, ¿por qué me entregaste a otro?
Hermano, ¿estás llorando? ¿Estás triste por m�
No, ¿cómo podrÃa ser? Yo fui la responsable de la muerte del niño de Lucrecia, tu único hijo. Dijiste que incluso si morÃa en la calle, no serÃa asunto tuyo.
Me pediste que me arrepintiera y me redimiera, ¿cómo podrÃas querer verme otra vez?â
Cuando Violeta volvió en sÃ, lo primero que olió fue el desagradable olor a desinfectante y mirando al techo blanco, se secó las lágrimas sin mostrar ninguna emoción.
En ese momento, se sintió aturdida.
Todo habÃa sido solo un sueño.
Justo en ese momento, la enfermera entró para revisarla y encontró a la paciente ya despierta. â¿Ya despertaste, niña? ¿Cómo te sientes?
Realmente estás muy débil. Tuviste una hemorragia estomacal y estuviste inconsciente por un dÃa y una noche, además de sufrir malnutrición y baja azúcar en la sangre.
Lo mejor será que comas algo ahora que despertaste.â
Violeta observó la vÃa intravenosa en el dorso de su mano, con los ojos rojos y una expresión de vulnerabilidad, dejó caer su larga cabellera sobre su rostro pálido y delicado.
Después de que la enfermera terminó con el examen, preguntó con voz débil, â¿Puedo irme a casa?â
âEso no se puede, tu abuelita está en la habitación de al lado y vendrá en cualquier momento.â
¿Abuelita?
¿Desde cuándo tenÃa una abuelita?
Mientras Violeta contemplaba en confusión, vio a la figura que aparecÃa en la puerta de la habitación.
âSrta. Violeta, ¿ya despertó?â
Ella desvió la mirada, ignorando el llamado, hasta que la última bolsa de suero terminó y la enfermera presionó la herida con un algodón empapado en alcohol.
âTe has equivocado de persona.â
Emilia era una empleada que habÃa trabajado con la familia Paz por más de cuarenta años.
Violeta sabÃa que Emilia era una buena persona; en su vida anterior, habÃa sido bastante amable con ella.
La mujer entró con una fiambrera y la colocó al lado de la cama. âHablé con el señor por teléfono. Está muy preocupado por usted. Después podrá llamarle.
El celular que estaba en la mesita de noche ya no tenÃa baterÃa.
â¿No iban a llevarme a la comisarÃa?â, preguntó Violeta, justo después olió el delicioso aroma de la sopa de costillas, lo que
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fazo que se estómago gruñera de hambre, se sujeto el estómago dolorido.
Els levé ona cucharada de sope a su boca. âSé que ha sufrido mucho. La señora Paz tuvo que hacerlo, no tuvo otra opción. En los doce años de la desaparición de su nieto, han pasado muchas cosas.*
Esa voz carriona era la misma que habÃa escuchado a medianoche, en su confusión.
¿HabÃa sido ela quien la habis cuidado toda la noche?
âSi realmente te das cuenta de tu error, deberÃas renunciar a la empresa y volver a Estados Unidos con la sinvergüenza de tu madre y menca más volver
Violeta escuchó la furioca voz de la señora Paz desde fuera de la habitación.
Emile intentó calmaria. âEso es asunto de la señorita Dana.
Srta. Violeta recuerde, hay cosas que es mejor no decir, lo que no se sabe es lo mejor.â