Capítulo 139
Se Volvió Loco Tras Mi Muerte ( Violeta and Maurino )
CapÃtulo 139
Maurino jugaba con el cabello largo y brillante de la mujer entre sus dedos, sus ojos encontrándose con esa mirada embriagada. Acariciaba, casi por costumbre, el lunar bajo el rabillo de su ojo.
*Acompañar a los clientes es parte de mi trabajoâ, dijo Dana, intentando mantener la lucidez, aunque sabÃa que él le habÃa tendido una trampa.
Maurino se acercó lentamente, su aliento caliente rociaba su cuello, disfrutaba provocarla con ese gesto.
Dana también era consciente de que no podÃa tomar en serio nada de lo que Maurino dijera.
Estaba allà porque Bárbara, su hermana, la habÃa puesto a su lado por órdenes de su padre.
Y por la aparición de su madre, que habÃa destrozado la familia de Maurino. Si no fuera por las
las constantes provocaciones de su madre, la Sra. Penélope no habrÃa querido regresar al sur y nada de lo que sucedió después habrÃa ocurrido.
âYa que te gusta tanto jugar a ser dura, si no cierras este acuerdo esta noche, mañanal regresas a tu departamento de relaciones públicas.â
El corazón de Dana se enfrió lentamente. âEstá bien.
Maurino desvió la mirada de sus ojos y retiró la mano. Tiempo después, mientras fumaba bastante afuera, escuchó a una mujer sorprendida y desconcertada, âNo, por favor, no hagas esto.â
âDanita, un último trago y firmo el contrato ahora mismo. Que el Grupo Paz abra mercado en Aguamar es algo que solo depende de mi palabra.â
El hombre aprovechó para deslizar su mano bajo su falda y Dana, sin darse cuenta, terminó colapsando en brazos de Urbano, fue entonces cuando sintió que algo no estabal
bien.
Con la conciencia turbia y el cuerpo débil, Dana se apoyaba en él para poder caminar.
Al llegar a la puerta, Urbano, al ver a alguien en el pasillo, dijo con una sonrisa amable, âDanita ha bebido demasiado. Hay muchos detalles del proyecto que aún debemos discutir. Sr. Paz, ¿no le importará si me llevo a su acompañante?.â
âPor supuesto que noâ, respondió Maurino.
Urbano sonrió, sus arrugas alrededor de los ojos marcándose más. âSr. Paz también ha tomado su parte, Raúl lo llevará de vuelta.â
Raúl, el secretario de Urbano, asintió en acuerdo.
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el cabello largo y brillante de la mujer entre sus dedos, sus cjus esa mirada embriagada. Acariciabe, casi por costumbre, el lemar
od rabillo de su cjo.
sar a los clientes es parte de mi trabajoâ, dijo Dana, intentando mantener la idez, aunque sabia que el le habia tendido una trampa.
Maurino se acercó lentamente, su aliento caliente rocaba su cuello, disfrutabe
provocaria con ese gesto.
Dana también era consciente de que no podia tomar en serio nada de lo que Maurino dijera.
Estaba allà porque Bárbara, su hermana, la habia puesto a su lado por órdenes de su padre.
Y por la aparición de su madre, que habÃa destrozado la familia de Maurino. Si no fuera por las constantes provocaciones de su madre, la Sra. Penélope no habrÃa querido regresar al sur y nada de lo que sucedió después habria ocurrido.
âYa que te gusta tanto jugar a ser dura, si no cierras este acuerdo esta noche, mañana regresas a tu departamento de relaciones públicasâ
El corazón de Dana se enfrio lentamente. âEsta bien.â
Maurino desvió la mirada de sus ojos y retro la mano. Tiempo después, mientras fumaba bastante afuera, escuchó a una mujer sorprendida y desconcertada. âNo, por favor, no hagas esto.â
âDanita, un último trago y firmo el contrato ahora mismo. Que el Grupo Paz abra mercado en Aguamar es algo que solo depende de mi palabra.â
El hombre aprovechó para deslizar su mano bajo su falda y Dana, sin darse cuenta. terminó colapsando en brazos de Urbano, fue entonces cuando sinto que algo no estaba
bien.
Con la conciencia turbia y el cuerpo débil, Dana se apoyaba en el para poder caminar.
Al llegar a la puerta, Urbano, al ver a alguien en el pasillo, dijo con una sonrisa amable, âDanita ha bebido demasiado. Hay muchos detalles del proyecto que aún debemos discutir. Sr. Paz, ¿no le importará si me llevo a su acompañante?.â
âPor supuesto que noâ, respondió Maurino.
Urbano sonrió, sus arrugas alrededor de los ojos marcandose más. âSr. Paz también ha tomado su parte, Raúl lo llevará de vuelta.â
Raúl, el secretario de Urbano, asintió en acuerdo.
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No es necesarioâ, dijo Maurino, despidiéndose. Tengo otros planes y no quiero Interrumpir su diversión.
Entendido, entendido.â
Cuando Dana fue arrastrada lejos de Maurino, trató de agarrarse de la manga de su camisa, perc no pudo sostenerse.
Maurino, viendo esa mano bajo la falda, tenÃa una mirada helada como un glaciar y una presencia que disuadÃa a cualquiera de acercarse.
Poco después, Ernesto se acercó desde las sombras. âSr. Paz, todo está organizado.â
âEntendidoâ, Respondió con un tono de disgusto, luego entró al ascensor hacia el estacionamiento subterráneo del club.
Maurino se sentó en el asiento trasero del coche, con los ojos cerrados, como esperando algo.
Después de unos diez o veinte minutos, Ernesto recibió un mensaje. âSr. Paz, ha habido un problema.â
â¡Habla!â
Ernesto, con los labios apretados, finalmente dijo. âCuando la esposa de Urbano llegó a la habitación del hotel, él le echó la culpa a Dana y la golpearon. El personal de seguridad ya está allÃ.â
â¿El número de la habitación?â
*2506â, era la mejor Suite Presidencial con vista al rÃo de Noches Estrelladas.
Cuando Maurino llegó, la esposa de Urbano ya estaba arrastrándolo por la oreja. Urbano dependÃa de la familia de su esposa y después de lo sucedido, no le esperaba nada bueno.
Maurino abrió la puerta y un extraño aroma lo invadió.
Ernesto contuvo la respiración. âEs incienso afrodisÃaco.â
âNo puedo creer que Urbano haya recurrido a algo tan bajo.â
En la habitación, Dana habÃa sido despojada de su blusa, quedando solo con una camisola de encaje blanco que apenas cubrÃa su cuerpo. Entre los generosos contornos de su pecho, se podÃan distinguir marcas de besos cargados de insinuación, mientras que sus medias habÃan sido rasgadas hasta el punto de no poder usarse más.