Capítulo 114
Se Volvió Loco Tras Mi Muerte ( Violeta and Maurino )
CapÃtulo 114
Los sirvientes se miraban entre ellos con los ojos desorbitados, atónitos ante la osadÃa de dirigirse asi al señor.
Laura fruncia el ceño y no pudo contenerse, se puso de pie y dijo: âSeñorita Violeta, no es de buena educación hablar de esa manera.â
La voz de Maurino sonaba irritada, pero su presencia emanaba una extraña calidez. Dejó de lado su postura elegante y, con un gesto despreocupado, tomó una cuchara y tocó el plato de Violeta. âVen a comer. Después sigues con eso, no querrás quedarte con hambre a mitad de camino.â
Violeta, con las manos en la cintura, se acercó rápidamente a la mesa y se sentó asiento a la izquierda de Maurino. Empezó a comer vorazmente, sin importarle la imagen que daba.
Lucrecia, en silencio, se sentó al otro lado y le sirvió a Violeta un plato de postre.
âDespués de comer, únete a nosotros cuando salgamos más tarde. Justo ahora, también tengo que salir y podrÃa llevarte.â
Violeta asintió con la cabeza. âDe acuerdo.â
Maurino intervino: âNo se habla mientras se come. Guarda silencio durante la comida.â
Lucrecia replicó: âNo hay problema. Me gusta escuchar a Violeta hablar. La mesa está muy silenciosa. Sin su voz; me siento un poco incómoda.â
Era evidente que Lucrecia buscaba agradar a Violeta, quien no era ajena a esas intenciones.
Lucrecia estaba enamorada de Maurino, un amor dispuesto a hacer cualquier sacrificio.
âPrueba esto, no sé si lo has comido antes, es carne caramelizada.â
Violeta respondió agradecida: âGracias, cuñada.â
Luego, Lucrecia continuó: âTu hermano y yo ya fuimos a la escuela para hablar con los profesores sobre ti. Fue una forma de compensar por no haber podido asistir a la reunión de padres. Tu tutor elogió tu progreso y tu buen comportamiento reciente.â
âTambién encontramos al mejor tutor para tiâ¦â
Al escuchar que habÃan estado en la escuela, Violeta sintió un sudor frio recorrer su espalda. Si se enteraban de los rumores de noviazgo temprano con Adrián, Maurino se pondrÃa furioso.
Sin embargo, por su comportamiento, parecÃa que Maurino aún no estaba al tanto.
â¿El tutor podrÃa ser Adrián?â Violeta preguntó con cautela, mirando a Maurino. Al encontrarse con su mirada fria, bajó aún más la voz. âQuiero decir, la familia de Adrián
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está pasando por un momento difÃcil, y su madre está enfermaâ¦â
Maurino la Interrumpió con un rotundo âNo!â
Violeta preguntó: â¿Por qué no? Adrián ya ha sido admitido en la Universidad Capital, y su nivel es más que suficiente para enseñarme. ¿A quién le importa quién sea el tutor?â
Pero Maurino no le dio la oportunidad de seguir hablando. âNo te hagas la ingenua. Sé lo que estás pensando y no hay margen para discutir ese asunto. Lo mejor es que te centres en tus estudios o cambiaremos de escuela.â
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âViejo gruñónâ, murmuró Violeta en voz baja.
Y no se atrevió a seguir hablando.
Lucrecia, intentando suavizar la situación, dijo: âVioleta, hablaré de esto con tu hermano. No discutas por ello y come en paz ahora.â
Tras la comida, en el coche, Violeta no volvió a dirigirle la palabra a Maurino y se sentó en el asiento del copiloto. Al llegar al centro de la ciudad, estacionaron a un lado de la calle. Dentro del vehÃculo, la voz de advertencia de Maurino volvió a sonar: â¡Violeta! Lo que te he dicho no es negociable.â
Violeta cerró la puerta con un golpe seco, aislando sus palabras.
âTe consiento demasiadoâ, murmuró Maurino.
Al ver a Maurino enojado, Lucrecia tomó la mano del hombre y, con una sonrisa tierna, intentó calmarlo: âYa pasó, no te enojes más. Violeta solo quiere lo mejor para su compañero.â
Cuando el coche se fue.
Violeta tomó un taxi hacia la Botica de Hierbas.
Al entrar al patio de la Botica de Hierbas, llamó: â¡Adrián!â
Apenas terminó de hablar, vio a Valentina salir del cuarto de Adrián con una palangana de agua. âVioleta, ¿qué estás haciendo aquÃ?â
Violeta preguntó directamente: â¿Dónde está Adrián?â
Valentina evitó su mirada y dijo directamente:âÃl no está aquiâ¦â
Pero en ese momento, Violeta escuchó algo; desde el interior de la habitación se filtró la tos de un hombre.