Capítulo 110
Se Volvió Loco Tras Mi Muerte ( Violeta and Maurino )
Capitulo 110
Maurino: â¿Oh? ¿Dónde queda Adrián? Te escuché con mis propios oÃdos decir que tu persona favorita era él.â
âNo eres lo mismo que él.â
âVioleta, ¿qué tiene de diferente?â
No podÃa seguir hablando de eso, si seguÃa, quién sabe qué más podrÃa empezar a
pensar.
Con los pies envueltos como si fueran tamales, bajó del sofá y metió el medio pastelito que no habla terminado en las manos de Maurino, âHermano eres mi familia, Adrián es Adrián.â
En el fondo de los ojos de Maurino pasó un brillo indescifrable, pensando una cosa en su corazón pero diciendo otra en voz alta, â¿No está bueno el pastelito?â
Violeta, con sus chanclas anchas, caminaba sin dificultad y sin dolor en los pies, âEstá demasiado dulce, no me gusta.
Hermano, bajemos a comer, tengo hambre.â
Violeta bajó las escaleras, seguida de cerca por Maurino, Cuando llegaron al pie de la escalera, el pastelito en su mano ya habÃa desaparecido.
Esa media pieza ya habÃa acabado en el estómago de Maurino. Ella siempre fue asÃ, lo que no le gustaba comer, no querÃa desperdiciar ni mucho menos tirarlo.
Porque entendÃa lo que era tener hambre, que cada vez que no terminaba su comida, le daba los restos a Maurino.
Aunque parecÃa saber que a Maurino tampoco le gustaba, cada vez que se lo daba, él lo comÃa todo. Una y otra vez, Violeta se acostumbró a hacerlo.
Comiendo abajo en el comedor, junto a Violeta habÃa un gran banquete, como si temieran que no tuviera suficiente, además toda la comida era a su gusto.
âCome con calma, nadie te va a quitar la comida.â
Violeta revolvÃa el arroz, comiendose un muslo de pollo con las manos, con la boca llena de grasa, asintiendo mientras respondÃa.
âYa mandé a buscar las cosas de la Residencia Mar Azul, vas a quedarte aqui conmigo, ya arreglé un chofer para la escuela, no importa a dónde vayas, siempre habrá alguien para llevarte.â
Violeta no pudo evitarlo, al final tenÃa que quedarse al lado de Maurino.
â¿Qué, no quieres?â
Ella negó con la cabeza, âNo, quiero.
Maurino habÃa despedido a todos los sirvientes de la Villa del Sol por ella, dejando solo a una Laura.
Laura, de quien Violeta sabÃa por su vida anterior, que fue contratada por Noa, también habÃa sido la niñera que cuidó de Maurino desde pequeño, teniendo cierta autoridad dentro de la familia Paz.
Cuando Maurino se mudó de la casa vieja de la familia Paz, Laura se fue con él a la Villa del Sol para cuidar de sus comidas y su vida diaria.
Hablando bonito, era cuidar de él, hablando feo, no era més que un espÃa que Noa habÃa colocado junto a Maurino para vigilar cada uno de sus movimientos.
La cena termÃnó a las cuatro y media.
En el estudio de arriba.
Laura dijo: âSeñor, en la Villa del Sol solo estoy yo, seguramente no podré con todo. Estoy pensando en contratar algunos sirvientes que vengan a hacer su trabajo diario y luego se vayan, asà se asegura la limpieza y el orden de la mansión y también se evitará molestar a la Señorita Violeta. ¿Qué le parece, señor?â
El hombre, con su camisa negra y un chaleco borgoña encima, se encontraba de pie junto a la ventana, con un cigarrillo entre sus dedos, âLos asuntos internos de la mansión no son de mi incumbencia, tú has estado muchos años con la familia Paz, sabrás qué hacer.
Apagando el cigarrillo a medio fumar en su mano, su mirada afilada se fijó en la persona que tenÃa delante, âAdemás de eso, hay cosas, Laura, que tú también sabes qué se debe decir y qué no, ¿verdad?â
Laura, frunciendo el ceño y con buena intención, dijo, âSeñor, no deberÃa haberla traÃdo de
vuelta.â