Capítulo 604
Niña en sus ojos Reina en su tierra (Jazmín) novela completa
CapÃtulo 604
âY además, estamos en promoción, compras una pecera y te llevas dos peces de regalo. Si se llevan esta pecera, también pueden llevarse los dos peces dorados que vienen con ella. Es un buen negocio.â
Elio les echó un vistazo a los peces dorados en la pecera y, tras una breve pausa, preguntó: â¿Estos dos peces dorados son del mismo sexo?â
âNo, el más pequeño es hembra. Se llevan muy bien, si tú y tu novia los cuidan bien, no pasará mucho tiempo antes de que la hembra tenga crÃas.â
Al oÃr esto, los ojos de Elio brillaron ligeramente antes de asentir: âEntonces me llevo este.â
âPerfecto, perfecto, por aquà para pagarâ, le dijo el dueño de la tienda con una sonrisa, guiándolos hacia la caja.
Justo cuando iban a pagar, JazmÃn dudó un momento y miró Elio, que sostenÃa la pecera a su lado: â¿De verdad quieres esto?â
De repente pensó que quizás era demasiado barato.
Regalar esto, ¿no parecerÃa que estaba siendo demasiado tacaña?
Después de todo, los regalos que él le habÃa dado eran cadenas que valÃan millones.
No es que ella no tuviera dinero.
PodÃa devolverle un regalo de igual valor sin problema.
Como si hubiera leÃdo su mente, Elio sonrió levemente, se inclinó hacia su oÃdo y susurró: âSÃ, quiero esto. Jaz, me gusta mucho este regalo, gracias.â
El calor de su aliento en su oÃdo y su voz baja y seductora llamándola âJazâ hizo que se le calentaran las orejas y sintiera un cosquilleo.
JazmÃn frunció ligeramente el ceño, como si no estuviera acostumbrada a este tipo de intimidad, y se alejó un poco.
âEstá bienâ, le dijo, apretando los labios y sacando su billetera para pasarle su tarjeta de débito habitual al cajero, âEsto es lo que querÃas. Después no digas que soy tacaña por no querer comprarte algo más caro.â A su lado, Elio soltó una risa baja, con una ternura en sus ojos que ella no vio: âSÃ, quiero este regalo.â
Después de comprar la pecera.
Salieron de la tienda.
Elio sostenÃa la pecera con mucho cuidado.
Quien no lo supiera, pensarÃa que llevaba algún antiguo y valioso tesoro.
âElio.â
Isidro y su grupo se acercaron, primero observaron cómo llevaban las manos entrelazadas y luego la pecera que Elio sostenÃa.
Tanto Isidro como Samuel no pudieron evitar sonreÃr de manera sarcástica.
Un hombre vestido con ropa valorada en millones, cargando una pecera que no costaba más de cien. Los peces dorados dentro eran de los más baratos.
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Pensando en la pecera de la oficina de Elio, donde nadaba un arowana de varios millones, Isidro no necesitaba adivinar quién habÃa comprado esa pecera.
âElio, qué casualidad encontrarte aquà con la Srta. JazmÃn.â Rubi sonrió con elegancia y gracia, saludándolos.
Mientras hablaba, Rubi lanzó una mirada a Jazmin.
JazmÃn, con su rostro al natural, sin rastro de maquillaje, brillaba con una belleza fresca y natural.
Al lado de JazmÃn.
Elio, que usualmente se mostraba indiferente a las tentaciones, mantenÃa ahora un contacto cercano y entrelazaba sus dedos con los de JazmÃn.
Aunque estaban en público, no tenÃa ningún intento de ocultarlo.
ParecÃa listo para hacer pública su relación con JazmÃn.
Para alguien del estatus de Elio, incluso una relación amorosa se manejarÃa con extrema cautela, sin exponerla a la luz pública tan fácilmente.
Especialmente cuando se rumoreaba que JazmÃn habÃa crecido en el campo.